Las instalaciones del Mercado Barrial número 1, en Portoviejo, fueron afectadas por el terremoto. Los comerciantes trabajan en los exteriores. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
Los comerciantes de Portoviejo están retomando sus actividades casi desde cero, en las calles aledañas al Mercado Barrial número 1, donde todavía no hay condiciones apropiadas para atender a los clientes.
Las paredes de los puestos que ocupaban para comercializar carnes, frutas, verduras o lácteos terminaron en escombros. Una parte de la cubierta colapsó y bloqueó el acceso por la puerta principal. El lugar es considerado inseguro, según el resultado de la inspección realizada por técnicos el pasado 26 de abril.
El ingreso de las personas está prohibido y un sello con franja roja, pegado en la puerta enrollable, advierte la medida.
Al día siguiente del sismo se improvisaron los “nuevos” puestos sobre las aceras de las calles aledañas al mercado, cerca de la Zona Cero. En el piso se acomodaron mesas, lonas, coches y los productos.
Unos 250 comerciantes de los 419 que laboraban en este mercado se instalaron sobre las calles Julio Jaramillo, García Moreno, Córdova y la avenida Alajuela. Por estas vías el tránsito es por ahora más peatonal que vehicular.
En esta zona se encuentra carne, pescado, pollos, frutas, verduras, jugos, comida, salprieta, queso… Los alimentos están expuestos al aire libre, sin vitrinas ni frigoríficos.
La única forma de mantener a salvo los productos de las moscas es agitando permanentemente unas varas con tiras de papel o de plástico.
“No hay a dónde ir a trabajar. Todo el mercado está destruido”, comentó Luis Cedeño, vendedor de mariscos. La gente necesita preparar su comida diariamente y este mercadillo es el único habilitado cerca del denominado casco comercial de la capital manabita.
Héctor Cabal, morador de Portoviejo, reconoció que la infraestructura del mercado no reúne las condiciones necesarias, pero “hay que acoplarse a este sistema. Vivimos en una situación emergente. La venta en las calles será temporal”.
El resto de vendedores de este centro de abastos, unos 169, ocupa locales que no tienen mayor afectación, sostuvo Jorge Giller Zambrano, administrador del Mercado Barrial número uno de Portoviejo.
En estos puestos, que bordean el mercado, la gente vende productos no perecibles y alimentos preparados. Ahora se adecúan las instalaciones de la sección de mariscos.
En una bodega de abarrotes, detrás de una caja registradora, Emilia Cañarte, comerciante, atendía ayer a sus clientes. Los productos se encontraban acomodados, en la sombra. Ella conoce que el estado de la infraestructura no es óptimo. “El mercado tendrá que ser demolido y se tendrá que edificar uno nuevo”.
Para definir las acciones, plazos y costos que demandará la reconstrucción de este centro de abastos afectado por el terremoto, el Municipio de Portoviejo establecerá una hoja de ruta. Para hoy está previsto realizar una nueva reunión.
Giller contó que todavía no se conoce cuánto tiempo tomará rehabilitar este mercado popular, pero aseguró que durante las intervenciones se garantizará la continuidad de las actividades comerciales. Parte de las estrategias para dinamizar la economía en la zona es mantener activo el comercio.
En la zona de Calderón, en donde también colapsó un mercado, se habilitó una feria libre. Los centros de abastos de Río Chico, San Plácido y número dos de Portoviejo, en cambio, continúan operativos.
Las autoridades tienen otros planes para trabajar con los comerciantes informales.