Luis Romo Saltos. Ex catedrático
Redacción Sociedad
¿Por qué usted, un profesional graduado en EE.UU. y con años de residencia en ese país, decidió en los años 60 dar cátedra en la Universidad Central del Ecuador?
En 1960 el presidente John F. Kennedy puso en vigencia el programa de los agentes de la paz. Muchos jóvenes estadounidenses viajaban a países del Tercer Mundo a ayudar. Esto hizo que piense sobre mi país. Con base en eso y algún nexo con la Universidad Central del Ecuador regresé en agosto de 1962. Fui invitado por el rector Alfredo Pérez Guerrero para que ingresara como profesor principal. Y a que impulsara la investigación científica.
¿Qué momento recuerda en especial en sus 30 años como profesor de la Universidad Central?
Me llamó la atención que los profesores dicten sus clases en base a notitas de papel. Entonces comencé a insistir en el uso de textos. A mis alumnos un buen día les dije que debían tenerlos. Pero en esa época no existían textos de física, química, termodinámica en castellano. Solo en inglés. Y costaban entre USD 30 y USD 40. Era imposible que los estudiantes los adquirieran. Por eso me dediqué a escribir.
¿POR QUÉ ESTÁ AQUÍ?
Su experiencia. De 75 años, es PHD en Fisicoquímico por la Universidad de Wisconsin. Dictó clases en la Universidad Central, donde se jubiló. Es autor de 24 obras.
Su punto de vista. El país necesita de gente capacitada para explotar sus recursos.
¿Qué le ha dado la U. Central y qué le ha dado usted a la universidad?
Yo le he dado a la Universidad mis amplios conocimientos científicos, muchos textos de alto nivel que han sido utilizados por universidades extranjeras. Y la Universidad me dio la magnífica oportunidad de servir a la juventud ecuatoriana.
¿La clausura, ordenada a inicios de los años 70 por el gobierno de José María Velasco Ibarra, fue un ‘shock’?
Absolutamente. Mucho antes de Velasco Ibarra, la clausura de la dictadura militar (de 1963 a 1966) fue simplemente una calamidad. No en contra de la Universidad sino en contra de la cultura y del desarrollo del Ecuador. Porque no olvidemos que la Universidad Central fue y sigue siendo líder en el campo académico.
¿Considera, como varias personas piensan, que el declive de la Universidad Central empezó durante el rectorado de Manuel A. Aguirre?
No. Porque en eso hay una gran confusión. En esa rectoría, en 1970, se inició el libre ingreso y se dio una novelería tremenda. Esto significó el excesivo ingreso de jóvenes a las universidades. Y eso fue una mentira y lo demostré. Porque en la Escuela Politécnica Nacional y en la PUCE mantuvieron el examen de ingreso, pero el incremento de estudiantes en esas universidades fue igual.
Entonces, ¿cuándo empezó el declive de la Central?
El problema de la universidad ecuatoriana en general ha sido el imperio de la politiquería. Es decir, grupos que creían que tienen el derecho de interferir con la vida académica de la institución. Haciendo su propaganda miserable en el campo político. Eso se ha dado desde la década de los años setenta hasta ahora.
¿Por qué?
Porque las universidades no han concedido solidez a la estructura académica. Por ejemplo, la universidad ecuatoriana no tiene bibliotecas. Pero no me refiero a libros de hace 5, 10 ó 15 años, hablo de revistas científicas que cada mes le traen información.
¿A la Universidad Central le ha afectado la injerencia de un partido político?
No solo a la Universidad Central. A la vida política de un país le afecta la injerencia de un partido político porque eso es funesto, negativo. Sí bien es verdad que todos tenemos derecho a nuestro pensamiento político, no es verdad de que eso nos da el derecho de imponerlo en una institución. Ese es el error. No se deben confundir estas cosas.
¿Cómo ve a la Universidad Central?
La universidad ecuatoriana está mal. Porque hay 73 universidades de las cuales no sé si 30 ó 40 lo son. Eso no le hace bien al país, que necesita gente capacitada.