El llanto, la indignación y la rabia llenaron el auditorio de la Corte de Justicia de Pichincha. El coronel César Carrión junto a los policías Jaime Paucar, Luis Martínez y Luis Bahamonde fueron a llamados a juicio por el supuesto intento de asesinato en contra del presidente Rafael Correa, durante la revuelta del 30 de septiembre.
Con este dictamen fiscal suman cinco los procesados por la insubordinación policial. El primero en ser acusado por, supuestamente, incitar a la rebelión fue el mayor (r) del Ejército, Fidel Araujo.
El martes, luego de la audiencia de Araujo, las voces de oposición en contra de la decisión se han multiplicado. Muchos creen que en estos casos se ha cometido una persecución política, por parte del Gobierno, que ha buscado culpables en lo que llamó “un intento de golpe de Estado”.
Ayer, este escenario fue similar. Decenas de familiares de Carrión y de los otros policías gritaban en contra del juez Décimo Tercero de Garantías Penales, Antonio Guerrero, y del fiscal Luis Enríquez, por haberlos acusado. “Corruptos. Jueces corruptos”, gritaba desesperada una mujer, mientras sus familiares trataban de calmarla. Esto impactó en los hijos, esposa, cuñada, hermanos… de Carrión, que se soltaron en llanto. “Es de indignación”, dijo uno de ellos.
Su esposa, Jeaneth Orbe, dijo que esto se trata de una persecución política por haber dado unas declaraciones a la estación estadounidense CNN. El 20 de octubre, el ex Director del Hospital de la Policía aseguró que, a su criterio, el Jefe de Estado nunca estuvo secuestrado en la casa de salud, como lo sostuvo el Régimen.
Orbe aclaró que seguirán apoyando a su esposo, sin importar nada más. En el dictamen del fiscal Enríquez, a Carrión se le acusó de ser cómplice del supuesto delito de tentativa de asesinato. Los policías Bahamonde, Paucar y Martínez fueron acusados de ser los presuntos autores del intento de magnicidio.
Por este delito, la pena, según el artículo 224 del Código Penal, significaría la reclusión de ocho a 12 años, en caso de ser encontrados culpables en el juicio. Sin embargo, para el caso de los cómplices la condena sería de la mitad.
Por más de seis horas, el juez Guerrero escuchó el alegato de Enríquez, de los acusados y de sus abogados defensores. De los ocho policías investigados, cuatro fueron acusados y cuatro absueltos por considerar que no había elementos suficientes para acusarlos por este delito. El cabo Geovanny Chancusi y los coroneles José Rivadeneira, Julio Cueva y Edwin Echeverría fueron absueltos por el fiscal Enríquez.
Ahora, esta decisión deberá pasar a manos del fiscal de Pichincha Marco Freire, para que ratifique o revoque el pronunciamiento de Enríquez.
En cambio para los cuatro gendarmes acusados, el juicio en su contra recién empieza.
Cerca de las 12:00, Carrión expuso su versión de los hechos. Durante su comparecencia su voz se quebró y tuvo que tomar un sorbo de agua para reponerse. Dijo que se lo ha tratado como a un delincuente, a pesar de que el 30-S incluso fue felicitado por el presidente Correa, por haberlo ayudado a salir del Regimiento Quito y prestarle atención médica en el Hospital de la Policía.
Su familia miraba con atención lo que sucedía, mientras en los exteriores los gritos de “Carrión es inocente”, no cesaban.
Luego, fue el turno de su abogado defensor Stalin López. Durante dos horas explicó con los testimonios de 12 testigos, que Carrión nunca cerró la puerta que conectaba el Hospital con el Regimiento Quito, donde se desbordaron las protestas.
Pero el Mandatario se mantuvo en su acusación, la misma que fue acogida por la Fiscalía. Ello a pesar de que en cuatro testimonios. los propios agentes de seguridad de Correa relataron que el ex Director del Hospital pidió que se abriera la puerta para permitir el ingreso del Jefe de Estado.
Luego de la intervención de la Defensa, las decenas de personas de ocupaban el auditorio aplaudieron, aunque el Juez ordenó a los policías, que custodiaban el lugar, controlar a los presentes. No se permitió a los medios grabar o tomar fotografías de la diligencia.
Entre los asistentes estuvieron el asambleísta César Montúfar, el coronel (r) del Ejército Patricio Haro y el fiscal José Miguel Jiménez, que en primera instancia conoció el caso de Carrión.
Haro, al escuchar el dictamen contra Carrión, se levantó de su asiento, murmuró: “esto es una burla” y salió de la sala. Montúfar lo hizo minutos después, también molesto por la decisión fiscal.
Carrión apenas pudo decir que él es inocente y que ha pasado 116 días encerrado en la cárcel “injustamente”. No pudo despedirse de su familia porque la Policía lo sacó de inmediato por la puerta posterior del edificio.
Los otros procesados
Luis Martínez aseguró que su vinculación se debió a un problema sentimental, porque uno de sus acusadores es hermano del ex esposo de su actual novia.
El policía Luis Bahamonde dijo que durante la revuelta trató de defender al entonces ministro del Interior, Gustavo Jalkh.
Jaime Paucar dijo que él no trató de quitarle la máscara al Jefe de Estado, sino solo tocarlo.