Que un asunto que atañe a la esfera privada del ciudadano Rafael Correa termine involucrando al país en un problema diplomático significa que la forma en la que se manejan los asuntos del Estado es irresponsable. Peor aún si ese problema privado llega a enlodar el nombre del país.
Los hechos están ahí y hablan por sí solos.
El miércoles una alta funcionaria de la Unión Europea afirmó que ese organismo está observando de cerca y con gran preocupación el desarrollo del juicio que Correa está siguiendo al diario El Universo. Al día siguiente, el canciller ecuatoriano, Ricardo Patiño, sale a decir, a propósito de lo dicho por la funcionaria, que hay intervencionismo colonialista, poniendo así en pindingas la relación del Ecuador con ese bloque.
Pero no solo está este incidente con la Unión Europea. Tres de los diarios más influyentes del mundo: el New York Times, el Washington Post y Los Ángeles Times, han trazado en los últimos días una oscura y siniestra imagen del Ecuador, hipotecando el nombre del país, al hablar sobre la cruzada de Correa en contra de El Universo .
¿Cómo es que se ha llegado a esto? Ahí, donde no hay conciencia de lo que separa lo privado de lo público, la honra del ciudadano que gobierna está por encima del país .
Cuando Correa presentó la demanda dijo que lo hacía a título personal. Nada más falso. Todos los recursos del Estado se invirtieron sin pudor alguno en la cruzada y la supuestamente lastimada honra terminó comprometiendo los intereses del país.