Las relaciones entre Ecuador y Colombia han pasado por varios altibajos, especialmente, durante el gobierno de Álvaro Uribe.
El primer punto de discordia fue la reanudación, a finales del 2006, de las tareas de fumigación con glifosato por parte de Colombia en la frontera, para erradicar los cultivos de hoja de coca (ver compartida).
El segundo punto crucial en los lazos diplomáticos y políticos fue el bombardeo al campamento de las FARC en territorio ecuatoriano. Esto marcó un antes y después en las relaciones bilaterales que, según los últimos acercamientos entre los presidentes Juan Manuel Santos y Rafael Correa, parecerían entrar en un camino de normalización plena.
Este ataque, según el analista internacional Joaquín Hernández, se justificó para Colombia en la doctrina de seguridad democrática que promueve Uribe. Sin embargo, Ecuador vio esto como una traición a la confianza y rompió las relaciones. Luego siguió una etapa de acusaciones mutuas que ahondaron las diferencias.
En ese marco de desconfianza, Ecuador, alegando argumentos económicos, impuso medidas arancelarias a los productos colombianos para frenar su ingreso al país. Esto repercutió en las empresas comerciales e importadoras que vieron cómo poco a poco sus negocios y fuentes de sustento se veían afectados. Aunque varios sectores industriales han mostrado un aumento de su producción por este tema.
Según Xavier Buendía, del Observatorio de Política Exterior, la crisis política afectó a las empresas, pues no tenían seguridad jurídica para invertir en ninguno de los dos países.
Poco a poco con el paso del tiempo y la mediación de la OEA y el apoyo de varios países, se dieron los primeros pasos hacia el restablecimiento de las relaciones. Los mandatarios de los dos Estados se sentaron a dialogar, con el apoyo del Centro Carter.
Allí se estableció una hoja de ruta, que para el ministro de Seguridad Interna Miguel Carvajal ha permitido los acercamientos entre los gobiernos.
Para él, los dos países han cedido en sus posturas y se ha construido el puente para restablecer los diálogos. Una muestra de ello fue la reunión que mantuvieron Correa y Uribe en Cancún, en febrero. Los presidentes pusieron sobre la mesa sus posturas y sus condiciones para la normalización de las relaciones.
Entre ellas, la entrega de la información de las computadoras del ex líder de las FARC, Raúl Reyes, que supuestamente fueron halladas en el campamento de Angostura, el 1 de marzo del 2008. Además, que se explique cómo se realizó la operación Fénix, que terminó con el bombardeo en donde fallecieron 25 personas, entre ellas el ecuatoriano Franklin Aisalla.
El debate de estos temas considerados sensibles, si bien estuvieron suspendidos durante la campaña electoral en Colombia, comenzó a caminar el sábado.
Hernández dice que es fácil percibir la apertura de las dos partes para avanzar. En ese sentido, los gestos que ha tenido el flamante Gobierno de Bogotá han sido significativos.
Primero fue la visita de la actual canciller de Colombia, María Ángela Holguín, quien ratificó la intención de Santos de estrechar relaciones. Luego vino la reunión que mantuvieron los vicepresidentes de los dos Estados. El de Colombia, Angelino Garzón, ratificó que emprenderá n una política internacional de amistad y cooperación con todos los gobiernos.