Eran cerca de las 19:30 del viernes pasado. Llegamos a un control en una discoteca en donde se realizaba una fiesta por un cumpleaños, a pesar de que nos encontrábamos en estado de excepción. El local era un restaurante en el primer piso y una discoteca en el segundo, ubicado en el barrio La Paz, en el norte de Quito.
El dueño nos dijo con algo de prepotencia que era hijo de una exautoridad. Yo solo le respondí que todos debemos cumplir la ley. Las personas no consumían comida sino bebidas alcohólicas. Tampoco respetaban el distanciamiento. Finalmente, todos abandonaron el lugar.
La noche no terminó ahí. Al salir de la discoteca tomamos la 6 de Diciembre. A la altura de la República vimos un auto parqueado con gente afuera y cervezas.
Detuve el carro para pedirles a los chicos que se retiraran. Primero les expliqué que estaba prohibido el consumo de licor en el espacio público. Pero tuvieron una actitud desafiante hacia nosotros.
Me agaché para ver las botellas que tenían. Una estaba cerrada. Me dijo uno de los chicos : ‘está cerrada no sé por qué nos molestan’. Con mis compañeros les recordamos que el toque de queda ya se había iniciado, y optaron por irse. Sin embargo, las cosas no se quedaron ahí.
Cuando las personas del auto se estaban subiendo, mi compañero que es el inspector del operativo tomó una foto de la placa. Es un trámite necesario para incluir los datos en el informe que hacemos sobre los controles. En ese momento, uno de los dos hombres se abalanzó sobre el inspector. Primero lo empujo para después golpearlo en el estómago. Quería quitarle el teléfono. Mi compañera intervino y también recibió un empujón.
Opté por pararme frente al carro para que no se fueran. Desde ahí le pedí a uno de los compañeros que llame al 911 para pedir que la Policía intervenga. Fue en ese momento cuando vi que uno de los dos muchachos se vino contra mí y me empujó con fuerza. Al caer estuve a centímetros de golpear mi cabeza contra el filo de la vereda. Dos hombres empezaron a patearme en el suelo y yo solo atiné a protegerme. No dejaban de insultarme y agredirme con violencia. Luego se subieron al carro rápidamente.
Recuerdo haber sentido miedo e impotencia. Tengo 33 años, una hija pequeña y una esposa. La gente debe entender que lo que hacemos no es para molestar a las personas, es para evitar que el covid-19 se propague más. Es para salvar vidas.
Hay cientos de pacientes esperando por una cama para cuidados intensivos.
Mi jornada empieza a las 07:000. Al ser Director Metropolitano de Inspecciones mi trabajo se hace sobre todo en los barrios. Entré a la AMC en marzo. No llevo mucho tiempo. Pero me he dado cuenta que la agresividad de las personas es el principal problema en los operativos.
De los datos que tenemos, a lo largo de la pandemia, 80 funcionarios de la AMC hemos sido objeto de agresiones. Las más comunes son golpes con palos, escupitajos. Incluso nos lanzan piedras.
A veces sentimos desazón. El mismo viernes, por ejemplo, estuvimos en Cumbayá. Ya habíamos recibido denuncias de que no se respetaban las medidas de bioseguridad. Al llegar nos dimos cuenta de que era cierto. Pocas personas usaban la mascarilla. Al acercarnos a pedirles que se la pusieran, la respuesta recurrente es ‘usted no sabe quién soy’.
Esa noche, después de lo sucedido en la República nos quedamos un momento de pie para pasar el susto. Unos minutos después pasó un patrullaje. A los Agentes de Tránsito les di la descripción del auto. Era difícil que lo encontraran. Menos mal mi compañero no dejó de grabar.
Tenemos el número de la placa y sabemos quién es el dueño. Ojalá se haga algo para evitar que eso siga pasando.
No me gusta ir al doctor a menos de que algo fuerte me pase. Intenté aguantar el dolor pero el lunes, al ver que el malestar no cedía, fui a hacerme una radiografía. La imagen mostró una pequeña fractura en la costilla izquierda. Mi compañero se recupera de la hinchazón en la mano”.
Hoja de vida
Juan Andrés Delgado es abogado, con una maestría en derecho ambiental y una especialización en derecho administrativo. Actualmente se desempeña como director Metropolitano de Inspecciones de la Agencia Metropolitana de Control (AMC).