Soberanía a medias

Es de resaltar la prudencia del Gobierno ante la tragedia en un túnel del proyecto Coca-Codo Sinclair, donde murieron 13 obreros. Hubo un ‘tuit’ de condolencias del presidente Rafael Correa y en sus mensajes mesurados, los ministros han dicho esperar el informe técnico sobre la tragedia, descartando más demoras en el avance de la hidroeléctrica, o cualquier tipo de maltrato laboral.

Qué diferencia con el discurso agresivo que mostró el Gobierno los meses en los que diario Hoy agonizaba. No escatimaron gastos ni adjetivos para cuestionar, en cadenas nacionales y en los medios oficialistas, al patrono de ese medio acusándolo, casi, de explotación laboral.

Seguramente la sobriedad oficial ante la tragedia del Coca-Codo se debe a que los patronos de ese proyecto son inversores chinos de los que tanto depende el Ecuador.

A ellos no hay cómo lincharlos en cadenas o en sabatinas ni esperar que el Canciller salga airoso y digno a exigirles que dejen el país, con el mismo desdén con el que actuó, días atrás, con parlamentarios alemanes que quisieron reunirse con los Yasunidos.

Este Gobierno se ha sustentado en la estrategia de la revancha y en el discurso setentero de la soberanía y la patria grande. Pero ocho años después, esos versos melosos y confrontativos empiezan a perder condumio. Así, la soberanía se convierte en una política de Estado que se aplica a medias.

No solo los chinos están exentos. Hay otras excepciones por razones económicas. ¿Cómo entender, si no, que luego de casi seis años de haber renegado de las negociaciones que la Comunidad Andina inició con la Unión Europea y de habernos separado de ellas, el Ecuador terminara sumándose a lo que firmaron -con igual o más soberanía- Colombia y Perú? Se dirá que todo es por el cambio de la Matriz Productiva.

Pero desde ese argumento también es contradictorio que Ecuador busque emular el desarrollo de Corea del Sur, y termine defendiendo políticamente a Corea del Norte.