‘Mi renuncia obedece a un incidente penoso que tuvo lugar el 24 de agosto, al finalizar la novena reunión de la Comisión de Vecindad ecuatoriano-peruana.
El canciller Ricardo Patiño, en un borrador del acta, escribió algunas observaciones que quería que fueran incluidas en el acta final. Me pidió que así lo hiciera, yo tomé el papel y junto con mi colega peruano, el ministro Agustín de Madalengoitia, trabajamos en las reformas al acta.Una vez introducidas las modificaciones, llevamos los documentos para que los dos cancilleres los suscribieran. Cuando el señor Madalengotia y yo les presentamos los documentos, el ministro Patiño me pidió su papel. Le pregunté qué papel. Y me dijo el papel en donde hice las anotaciones. Le contesté que no lo traje.
Entonces, reaccionó mal, diciendo que había desobedecido sus órdenes. Quería comprobar que lo que me había dispuesto que incluyera constaba en el documento. Por dos ocasiones le dije Ministro confíe en mí, las observaciones están en el acta. Y él, con un tono destemplado, volvió a reclamar que quería ver el papel porque necesitaba compararlo.
Todo esto delante del Canciller del Perú, del Embajador del Perú, del Ministro Director de América del Sur de la Cancillería peruana, del Embajador del Ecuador en Perú, del Subsecretario de Relaciones Bilaterales de Ecuador, de otros funcionarios del Ministerio, y de otras personas.
En forma por demás displicente, el Ministro echó los papeles a un lado y dijo que no iba a firmar. Ante esa situación embarazosa, el canciller José García Belaunde, quien viajaba esa misma tarde a Lima, lo tomó por el brazo y le dijo algo al oído, que no escuché. Conversaron unos segundos y luego Patiño cogió los papeles y dijo que firmaría bajo protesta.
Si el Canciller no estaba convencido de que el documento tenía los términos que él quería no debió firmarlo.
Luego, el canciller Patiño siguió increpándome. Mandé a buscar el papel, pero no lo encontraron. No quise seguir la polémica, me retiré y volví a Quito.
Al día siguiente le presenté una comunicación en la cual le expresaba mi disconformidad con lo sucedido y que no admitía que se ponga en duda la honestidad de mis actos profesionales. Le pedí que me releve del cargo, porque me quitó piso frente a mis interlocutores directos en Perú.
Pasaron nueve días (2 de septiembre) y Patiño me contestó con un oficio en el que reafirmaba que desobedecí sus órdenes, y al final, en un tono prepotente, me decía que no me va a relevar y que tengo que permanecer allí hasta que él disponga.
Ante esa postura inflexible, me vi obligado a presentar la renuncia, no solo a mis funciones de Director de Relaciones con Perú, sino también al Servicio Exterior, antes de mi jubilación. Yo siempre cumplí a cabalidad todas mis funciones”.
Patiño: Ponce incumplió su tarea
El canciller Ricardo Patiño aseguró ayer que la salida del embajador Roberto Ponce se debió a la falta de objetivos claros en el ejercicio de sus funciones. Y aclaró que esto no se relaciona con la reestructuración de la institución, sino al control de gestión que realiza a sus funcionarios y al manejo de la carrera diplomática.
Patiño aseveró que solicitó al embajador revisar cómo avanzan las relaciones con el Perú, pero no cumplió con esa encomienda.
“He tenido que ser muy fuerte y es una de las razones por las cuales tenemos la salida de funcionarios como la del señor Ponce. Eso ocurrió justamente en una revisión de cómo avanza la relación con Perú”, sostuvo el Canciller.
Además, dijo que “no se establecían con claridad cuáles eran las metas no cumplidas en los acuerdos, los compromisos no cumplidos y no se definían con claridad cuáles eran las responsabilidades para que fueran corregidas”.