La amplia sonrisa del presidente Correa tras la ratificación de la sentencia contra El Universo podría dar a entender que en el proceso judicial que se cerró la madrugada del jueves hubo ganadores y perdedores. Nada más alejado de la realidad.
Perdió el autor del artículo en el cual supuestamente injurió a Correa. Por supuesto, también perdieron los directivos de El Universo, sentenciados a pagar con prisión y una multimillonaria multa -que pone en riesgo a su empresa-, bajo la figura de la autoría co-adyuvante, que no sobrevivirá fuera de los límites patrios.
Pero también perdió la Corte Nacional de Justicia, al estrenarse con un fallo a pedido y que la deja muy mal parada para emprender el anunciado cambio, que no puede hacerse sin independencia.
Perdió el Gobierno y el ciudadano-presidente, al mostrar su lado menos tolerante y al demandar sumas de dinero que resultan escandalosas en cualquier país del mundo. Perdió el Vicepresidente, por su papel ambiguo en el caso.
Perdió, en fin, el país, no solo porque se lo está llevando a mayores niveles de confrontación sino porque está siendo percibido desde fuera como un lugar en donde no se respeta la libertad de expresión y opinión, y se quiere obligar a los directivos de los medios a ejercer la censura previa.
Si todo esto no fue sino una supuesta lección para que los “payasitos” (periodistas) no se dejen usar por “los dueños del circo” (propietarios), entonces fue un acto inútil, como sucede cuando todos pierden.