Santiago Basabe-Serrano. Catedrático Flacso
Su experiencia. Doctor en Ciencia Política por la Universidad de San Martín (Argentina). Investigador de Flacso. Conocedor temas judiciales.
Su punto de vista. Antes de este Gobierno, era común que los conflictos entre políticos vayan al plano judicial. Ahora, como no hay políticos, el poder judicializa a los ciudadanos.
¿Que el debate y el enfrentamiento político en el Ecuador terminen en demandas judiciales es una consecuencia del momento que vivimos o es un rasgo histórico de nuestra sociedad?
Este proceso de judicializar, es decir, de trasladar temas de la política a la justicia arranca en 1988-1989. Hasta antes de ese año, los juicios de materia política eran relativamente menores.
¿Por qué escoge 1989 como ese punto de corte?
Dentro de un estudio que estoy preparando, y de entrevistas a políticos, abogados y ex jueces, veo que el punto fundamental aquí es el juicio por el caso Ran Gazit, contra León Febres Cordero cuando sale de la Presidencia. Él pasa de la política a la Justicia y es cuando se da cuenta que esta última es necesaria para seguir conservando el control político.
Ud. habla de Febres Cordero como ex presidente…
En principio, él se refugia en Guayaquil para generar otro tipo de actividades, porque deja la Presidencia con bajo nivel de popularidad: menos del 15%. Pero Febres Cordero vuelve a tener trascendencia cuando en el período del presidente Rodrigo Borja se inicia este juicio penal. Allí, creo yo, Febres Cordero se dio cuenta de una cosa muy importante.
¿Cuál?
No te puedes ir de la política sin tener a la Justicia de tu lado. El juicio terminó con un sobreseimiento definitivo porque me parece que no hubo nunca un delito de peculado, sino una mala jugada política del gobierno de Borja que le dio plataforma a Febres Cordero cuando estaba acabado políticamente.
¿Cambia el panorama con el actual Gobierno?
La diferencia ahora es que la judicialización ya no es tanto entre políticos, sino de los políticos a los ciudadanos y periodistas.
¿Antes era solo entre los Dahik, los Bucaram…?
Sí, antes eran los juicios de peculado o cohecho, con o sin razón, los que motivaban la concurrencia ante la Corte Suprema de Justicia. Ahora están los casos contra periodistas, medios de comunicación y ciudadanos, porque esa es la nueva forma de bajar tensiones en la política.
¿Solo cuando se controla a la Justicia se tiene poder?
Hoy se recurre a la justicia porque ya no hay políticos con los cuales tensionar. Antes estaba el juicio del PRE contra el PSC; la ID, la Democracia Cristiana. Ahora no hay nada de eso. Y si Correa decide enjuiciar a uno de esos actores puede cometer el mismo error de Borja : dar vida a alguien que está olvidado. Hoy se van en contra de los ciudadanos o de los medios porque los observan como el otro actor político.
¿El comportamiento del Gobierno motiva a otros sectores a judicializar todo tipo de conflicto? Por ejemplo, la protesta del grupo Reimberg por las vallas en Quito generó una demanda del Alcalde por supuestas injurias.
Claro, el comportamiento de las altas autoridades se traslada a los ciudadanos, quienes van a enjuiciar por cualquier cosa saturando al sistema judicial. Un juicio debe ser la última opción.
¿Cuáles son las otras?
La forma de manejar la política permite abrir o no nuevas opciones de diálogo y de enfrentamiento, en buenos términos, porque la política es eso.
¿El ciudadano se da cuenta de que no hay más opciones?
Si el ciudadano ve que un Presidente demanda a Juan Carlos Carlderón y a Christian Zurita, por USD 10 millones, creerá que él también puede hacerlo.
¿La gente se da cuenta que temas como la injuria dan réditos económicos?
Claro, entonces para qué voy a resolver yo los temas de otra manera cuando está la vía judicial por la que puedo obtener, incluso, dinero. Deberíamos comprobar si en los últimos meses ha subido el número de juicios.
¿Que la política ecuatoriana sea agresiva en el discurso ha impedido, por ejemplo, que se generen espacios de violencia como sí ocurrió en Colombia?
En Ecuador no han existido grupos u organizaciones que han tenido que estar al margen del juego político, como pasó con Perú y Colombia. Aquí el debate se ha desarrollado en el terreno de lo formal, aunque desde una política que puede ser violenta.
¿Esa suerte de violencia es ahora judicial?
Antes se recurría a la Justicia como una voz de alerta al político para resolver cualquier problema. Así se resolvió el caso Dahik, cuyo error fue enfrentarse a Febres Cordero. En esa época, la mejor jugada era lograr que el otro actor político se vaya del país con una orden de prisión preventiva: eso pasó con Bucaram.
¿ Y ahora?
Como no hay políticos con quienes pelear, el proceso judicial debe agotarse con la sentencia, porque esa es la nueva señal de alerta a los ciudadanos. Esta forma de operar causará un desgaste en la ciudadanía porque es una estrategia cortoplacista.