La información u opinión que circula a través de las redes sociales no será regulada por la ley de medios. Eso reiteran los legisladores de Alianza País, e incluso esta afirmación se colocó en el artículo 4 del texto final que se pretende votar mañana, para evadir las críticas sobre un posible intento de controlar la Internet.
Sin embargo, el debate en torno al tema no termina a un día de la votación del articulado. Uno de sus mayores opositores es Juan Carlos Solines, ex director del Conartel y vocero de Concertación.
Él recuerda que Twitter y Facebook -es decir las redes sociales- corren sobre la plataforma de Internet, que es lo que hay que precautelar sobre todo. En ella están los blogs, páginas web, diarios digitales, servicios de video, etc.
La duda en los detractores a la ley de medios surge porque en el texto final se incluye a las “personas” en la definición de lo que es un medio de comunicación. Es decir, ya no solo son las empresas y organizaciones públicas, privadas y comunitarias, que prestan el servicio público de comunicación masiva en medios tradicionales, cuyos contenidos pueden ser generados o replicados por el medio a través de Internet.
Detrás de un medio digital no hay una persona sino varias, apunta Solines, y recuerda que quien tiene blog hoy, puede contar con más seguidores que un medio tradicional. Por ello sostiene que es una ley “anacrónica, hecha por quienes no entienden que hoy el ciudadano está empoderado y puede generar información y difundirla por sí solo”.
Además, aún genera controversia el artículo 21, que establece que los comentarios de los lectores en las versiones digitales de los medios serán responsabilidad personal de quienes los efectúen. Esto a menos que los medios no registren datos personales de los usuarios y no se autorregulen.
“Internet es un ambiente silvestre, es difícil controlar lo que se difunde”, afirma Carlos Montenegro, decano de Ingeniería de Sistemas de la Politécnica Nacional.
¿Por qué? Cualquiera puede crear un correo electrónico con datos ficticios en servidores generalizados como Hotmail o Yahoo! y entrar a ellos desde diferentes sitios físicos (cibercafés). Y varios usuarios pudieran hacerlo con la misma clave. Gobiernos como el chino o el de países de la ‘Primavera Árabe’ han tratado de poner límites a la Internet, sin éxito. La única forma, indica Montenegro, sería eliminar accesos a redes sociales u opciones fallidas como las de la Ley SOPA o Sinde en EE.UU. o España.
Pero el oficialismo parece creer que sí es posible localizar a quien injurie a través de Internet. El presidente de la Asamblea, Fernando Cordero, no cerró la posibilidad de que quien se sienta afectado acuda a la justicia ordinaria.
“Esta ley no toca la Internet, pero quedan abiertos el plano civil o penal. Quien insulta a través de Twitter no deja de tener una responsabilidad en ese campo”.
Mauro Andino, presidente de la Mesa de Comunicación, responde que la suplantación de identidad en Internet pueden multiplicarse en otros casos. Y señala: “Alguien para cobrar un cheque puede falsificar la firma del beneficiario y quien está frente a una ventanilla, si esa firma es similar, ¿tendrá una responsabilidad?
Así trata de descartar la posible responsabilidad ulterior de los medios que registran a sus usuarios. “Ahí tendrá que operar la justicia para ver quién tiene la responsabilidad: el medio, el usuario de la página electrónica u una tercera persona, que actuando ilícitamente se aprovechó del medio para perjudicar a otro”.
Cuando este Diario preguntó a Andino si sabe qué es un ‘troll’ y cómo opera, miró a su asesor Romel Jurado y respondió: “No lo sé”.
La pregunta viene al caso porque en Twitter y en los comentarios a las ediciones digitales de los medios aparecen estos personajes. Hace unos meses Fernando Balda, ex diputado del PSP, denunció que el Gobierno contaba con un ‘troll center’ para atacar a sus opositores en Internet. Desde el oficialismo se respondió que él tenía una gran imaginación.
Pero Montenegro los describe como usuarios de la web 2.0, cuyo objetivo es provocar llamaradas de enfrentamientos, para que se desvirtúe la discusión. Comento que en Estados Unidos, un psiquiatra pasó durante 10 años en las redes como mujer sin que nadie lo descubriera. Por eso dice cree que Internet permite el anonimato. “El hombre del maletín es un troll, y las redes sociales, una prolongación de lo que son las relaciones humanas”.
Punto de vista
Nelson Reascos. Catedrático
‘Como cortar la electricidad’
Es un despropósito establecer controles sobre Internet; en lo tecnológico es imposible. Se dice que el Gobierno tiene un ‘software’ para rastrear e-mails, el Facebook o Twitter. No se ha comprobado.
El mundo va por la libertad de expresión radical y nosotros estamos en contravía. En la época de la monarquía se castigaba cualquier injuria, luego de la Revolución Francesa, con el fin de los reinados, se prohibió penalizarla. Hoy se sabe que el propio Gobierno, a través de la Secretaría de Comunicación, crea redes de trolls, en el fondo fantasmas, difíciles de desenmascarar. Para controlar la Internet habría que hacer como en China, prohibirla, que es como cortar la electricidad.
En la Universidad
Camilo Zapata, presidente de la Aso. de Estudiantes de la Facultad de Comunicación de la U. Central, desconoce qué es un ‘troll’. Él y sus compañeros Franz Campoverde y Xavier Vásquez cursan el octavo semestre (son nueve) y ahora reciben la cátedra de Multimedia.
“Solo nos enseñan lo técnico, deberíamos tratar el lenguaje de la multimedia”, dice Zapata. Él y sus amigos reconocen que “la mayoría usamos Facebook de forma farandulera, para decir qué hicimos el fin de semana”.