Santiago Basabe: ‘Es mejor aprender a votar bien antes que echar a presidentes’

Santiago Basabe, catedrático de la Flacso. Foto: Jorge Imbaquingo/ EL COMERCIO

Entrevista a Santiago Basabe, catedrático de la Flacso.
¿Cuál es la importancia de los 40 años del retorno a la democracia?
Es fundamental y decisivo. Es el periodo democrático más largo que tiene el país desde 1830. Hasta ahora, nunca el Ecuador tuvo un periodo así. Y es importante analizar los puntos importantes en los que el país ha progresado.
¿Cuál fue el punto fundamental de este retorno?
Para la gente joven que no vivió el régimen dictatorial, y que no sabe lo que es un toque de queda, fue una apuesta de los políticos jóvenes y de los que tenían más edad para establecer un sistema de partidos que sea el eje fundamental de la relación entre ciudadanos, demandas ciudadanas, y lo que hace la política como respuesta. Ese fue el punto fundamental.
Y así emergen los partidos políticos, como el Partido Social Cristiano, que había nacido en la Sierra en los 60 y que se transforma en una tienda política de la Costa, de forma particular; la Izquierda Democrática con Rodrigo Borja; la Democracia Cristiana con una visión más de centro izquierda, un partido interesante para el análisis porque luego gira en términos ideológicos, y luego los partidos más tradicionales como el MPD y el Partido Socialista. Estos partidos empiezan a dar la vida política del país.
¿El problema es que se reformó la Ley de Partidos constantemente?
No hemos tenido un sistema de reglas de juego para los partidos que los fortalezca, sino exactamente lo contrario. Se han hecho cambios para cada elección. Con una inestabilidad de ese tipo es complicado tener partidos nacionales. Si hay listas abiertas para elegir legisladores, si hay que elegir cinco legisladores se puede hacer con el candidato del partido azul, del verde, del tomate, del amarillo,y del naranja. Eso hace que los electores no tengamos lealtad con ningún partido, sino por Juan, Pedro, María, Luis, que están en distintos partidos...
El caudillismo...
Claro. Visto desde el otro lado, como actor político no necesito vincularme con el partido azul, sino hacer mi espacio político, independientemente de dónde esté y estar con alguien para una elección y mañana con A, con B, con C. La ausencia de partidos nacionales es otro problema.
También hubo tres presidentes derrocados por revueltas populares. ¿Cómo se explica eso?
Unas de las lecciones de estos 40 años es que no es una buena idea echar a los presidentes antes de tiempo, porque eso genera inestabilidad política y económica. Lo más triste es que asumimos que nosotros, desde la calle, estamos tumbándonos al presidente. Pero no es así, los que se tumban al presidente son las élites y son los que se benefician de ello. Es mejor aprender a votar bien, a escoger mejor que luego echarlos.
Luego, con Correa hubo estabilidad electoral. Visto así, se puede decir que la estabilidad genera mayor tranquilidad, pero si se hace una visión más amplia hubo una estabilidad a costa de libertades. Y el valor fundamental de la democracia es la libertad. Si no hay libertades no puede haber un régimen democrático ni desarrollo social ni económico; la libertad es la base.
¿Qué le falta al Ecuador para tener un acuerdo que nos cohesione, como la firma de la paz con el Perú?
El país siempre tuvo una agenda diplomática exterior medianamente coherente y estaba enfocada en la relación con el Perú. Una de las decisiones clave fue llegar a una acuerdo y zanjar ese tema y generar una unidad nacional. Creo que ahora hay otros temas que son importante, como el tema económico, por ejemplo. Dejar a un lado el tema de la dependencia del petróleo es un hecho básico.
O de la minería...
De la minería o de cualquier recurso natural y girar hacia otro tipo de emprendimientos, que pueden darse desde la gran empresa, que es algo fundamental, desde le mediana y la pequeña empresa. Desde el campo agrícola o desde el turismo y así dejar el conflicto social con los indígenas, los campesino o los ecologistas, que con justo derecho reclaman la defensa de esta visión verde de la política. El otro tema económico es la reducción de las desigualdades sociales, que son fuertes.