Los riesgos para los periodistas se multiplican en Colombia

La desaparición o secuestro  del comunicador francés Roméo Langlois coloca de nuevo en primer plano los riesgos que corren los periodistas en Colombia. En especial, en las regiones con fuerte presencia de las guerrillas de izquierda y de las bandas criminales o neoparamilitares.

El corresponsal de la cadena France 24 y colaborador del diario Le Figaro desapareció, el pasado 28 de abril, en el sitio La Libertad, en el Caquetá. En este departamento del suroriente de este país, precisamente, operan ocho de las más fuertes estructuras de la guerrilla de las FARC, que dispone de al menos 1 500 hombres y de una red de 1 000 milicianos e informantes, según los datos que manejan las autoridades colombianas.

En la región no actúan ni el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la segunda guerrilla de Colombia, ni las organizaciones criminales. Allí domina el Frente Sur del grupo subversivo dirigido por alias ‘Timochenko’ o ‘Timoleón Jiménez’.

De las dificultades que afrontan los comunicadores resume bien el editorial que el diario bogotano El Espectador publicó el miércoles último, a propósito del caso de Langlois. “Este hecho demuestra, una vez más, lo difícil que es para los periodistas —nacionales o no— cubrir un conflicto armado como el que vive Colombia”, sintetizó.

Pero la intimidación y los obstáculos no solo tienen como blanco a quienes realizan el cubrimiento de la conflagración interna que vive este país hace más de cuatro décadas. Con motivo de la celebración del Día Mundial de la Libertad de Prensa, la organización internacional Reporteros Sin Fronteras (RSF) emitió este jueves un informe en el cual reseñó que los escuadrones paramilitares, los herederos de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC, extrema derecha), siguen en la lista de “depredadores” de la libertad de prensa.

RSF, adicionalmente, advirtió que entre los grupos paramilitares más poderosos se encuentran las Águilas Negras,  que continúan “sembrando el terror y empujando a los periodistas a la autocensura o al exilio, cuando no recurren al asesinato”.  Este grupo, por ejemplo, ha lanzado amenazas contra la Federación Colombiana de Periodistas y el presidente de este gremio, Eduardo Márquez, quien fue declarado “objetivo militar”.

El reporte de RSF se difundió pocos días después de que la organización con sede en París colocara el dedo en la llaga del drama que soportan tres periodistas. Ellos debieron exilarse en otras regiones del país luego de recibir amenazas de muerte.

Uno de los casos se refiere a Dionisia Morales, locutora  de la radio comunitaria Briceño Estéreo, del municipio de Briceño, departamento de Antioquia. Recibió llamadas y mensajes en su teléfono móvil de parte de las paramilitares Autodefensas Gaitanistas de Colombia, que le dijeron que la matarían.

Su esposo, Edilberto Agudelo, director de la misma emisora, también tuvo que dejar Briceño, a finales del año pasado, por las mismas causas. A raíz de este incidente, la radio dejó de lado la información política.

Asimismo, Jesús Antonio Pareja, locutor de la radio comunitaria La Voz de la Tierra, debió marcharse del Municipio de Roncesvalles, en el departamento de Tolima (centrooeste). 

El mes pasado, fue declarado “objetivo militar” por el Frente 21 de las FARC, que argumentó que la estación radial promovía la aprobación de la Ley de Restitución de Tierras y difundía publicidad del Ejército y de compañías hidroeléctricas. Roncesvalles se localiza a pocos kilómetros del Cañón de las Hermosas, donde la guerrilla marxista mantiene su influencia.

Aún más reveladoras son las estadísticas que dispone la Fundación Para la Libertad de la Prensa (Flip). La institución con sede en Bogotá cifró en 131 los episodios de violencia contra periodistas y medios colombianos en el 2011, frente a los 125 del 2010. El más impactante de todos fue el asesinato de Luis Eduardo Gómez, un colaborador del periódico El Heraldo de Urabá, en el Municipio de Arboletes, en el departamento de Antioquia, la noche del 30 de junio del año pasado. El comunicador fue acribillado a balazos. En lo que va de este año, se suman  37 y la mayoría se refiere a intimidaciones.
 
La Flip, en forma paralela, reveló otro detalle desalentador. De los 139 casos de periodistas asesinados desde 1977, han prescrito 57. Nueve de ellos el año pasado. En total,  la Justicia colombiana dictó 17 sentencias condenatorias en ese lapso.
 
A manera de resumen, la Flip señaló que en particular en las regiones de Colombia “se percibe un ambiente de censura instaurada”.

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