El triunfo de la alianza SUMA-Vive en Quito marca un punto de quiebre en la vida política de Antonio Ricaurte.
No solo porque le permitió retornar al Concejo en calidad del edil más votado tras siete años de ausencia, sino por el poder que acumuló a través de su movimiento Vive.
Ricaurte no será solo un concejal más que anuncia su apoyo a la gestión de su socio político, el alcalde electo Mauricio Rodas. En la práctica, él será el líder de la mayoría de los nueve concejales que la alianza 23-61.
Cinco de ellos pertenecen a Vive, creado en el 2004 y cuyos comités en 1 400 barrios y 65 parroquias se activó a favor de la candidatura de Rodas.
Desde ese año, el recordado ‘Guagua Alcalde’ nunca acumuló tanta influencia política.
En el 2003 fue concejal de Pachakutik, en 2007 consejero en solitario de Pichincha y en el 2009 perdió la carrera por la Alcaldía frente a su excoideario, Augusto Barrera (A. País).
Las cosas ahora son diferente. “Somos la mayoría de la mayoría”, bromea, al explicar que con el voto dirimente de Rodas la alianza SUMA-Vive tendrá mayoría en el Concejo.
Si bien dice que confía en que esa unidad siga, en la práctica gozará de una posición fuerte para discutir los temas que le interesa empujar en la Alcadía.
De hecho, anticipa que la nueva Administración debe tener un rostro social, con un enfoque de centro-izquierda, con atención en temas como salud, educación y seguridad. “Pueden existir sectores que crean que va a ser una Alcaldía de derecha y que quieran que sea de derecha, pero no lo será”.
En SUMA también se confía en que la unidad con Ricaurte trascienda la lógica electoral.
Su dirigencia asegura que los nueve concejales de la alianza son un equipo de trabajo, que laborará en función del plan difundido en la campaña. Su vicepresidente nacional, Guillermo Celi, advierte que en caso de diferencias en temas polémicos, privilegiarán el diálogo para llegar a acuerdos.
El actual escenario ya presenta un primer tema decisivo que pondrá a prueba la solidez de esa alianza. Se trata de la elección del Vicealcalde, cuyo nombre aún no está definido.
En el tema hay al menos tres posturas. Por un lado Ricaurte, quien anticipa que no aceptará ocupar esa función, pues se dedicará al impulso de la actividad deportiva en la urbe. Desde su óptica, esa dignidad debe ejercerla una mujer.
En segundo lugar está la postura de Vive. Su director y concejal electo, Sergio Garnica, dice que el cargo le corresponde a su organización política, a través de la figura de Ricaurte.
Y advierte que en el escenario de que Ricaurte ratifique que no asumirá la Vicealcaldía, el tema será otra vez analizado en el seno de la lista 61.
Por último está la postura de Celi, quien aplaude la idea de que una mujer sea la designada. Aclara que el tema será definido con Rodas, quien este fin de semana retornó de Brasil.
Si se ratifica la idea de que haya una Vicealcaldesa, Vive tiene a Renata Moreno como su carta. Mientras que SUMA tiene tres concejalas: Carla Cevallos, Daniela Chacón e Ivonne von Lippke.
La asignación de tareas de los concejales y la integración del equipo de trabajo del Alcalde son otros dos temas que deben definirse a corto plazo.
Para encararlos, SUMA y Vive han llegado a un doble entendimiento. Este consiste en dejar en absoluta libertad a Rodas para que escoja a sus colaboradores, como secretarios y funcionarios municipales.
Esa autonomía ya se palpa en el proceso de transición con la administración de Barrera. Ninguno de los miembros de ese equipo son parte de Vive.
En cambio, la distribución de áreas y comisiones de los ediles sí se hará en una reunión ampliada entre ambos movimientos, según adelanta Celi.
En contexto
Antonio Ricaurte declinó su aspiración al Cabildo para formar la alianza SUMA-Vive, que lanzó la candidatura de Mauricio Rodas a la Alcaldía. Ricaurte optó por ser edil. Esto forzó a que Juan Carlos Solines (Creo) diera un paso al costado.
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