El discurso ya no es ‘las mujeres al poder’ que se escuchaba a mediados de los 90.
En lo cuantitativo se dio un salto importante desde el punto de vista del derecho de las mujeres a participar políticamente. Hace una década solo el 13% de los integrantes del Congreso era mujer. Hoy el porcentaje en la Asamblea es 37%.
En lo cualitativo la presencia de la mujer per se, se entiende que ha sido positiva. Aunque no es menos cierto que hoy están muchas mujeres en el poder que se acomodaron a una coyuntura política o en su afán de ser aceptadas asumen los discursos machistas.
“Lo que hicimos fue abrir la puerta para que las mujeres pudieran entrar, pero cómo caminan por ese sendero, si lo hacen a brincos, empujones, con fortaleza, agachadas, cada mujer tiene que responder ante ella y la sociedad. No se puede decir que todas han sido fabulosas o todas han sido nefastas”. La reflexión es de Anunziatta Valdez, que como diputada impulsó la aprobación de la Ley de Cuotas hace una década. En el análisis, al igual que con los hombres, la participación de la mujer tiene que ver con criterios de valor, resultados, manejo, honestidad, transparencia.
Martha Roldós, ex candidata presidencial, cree que siempre será bueno que estén en la política otros sectores que antes no estaban. “Ahora, que las mujeres hayamos demostrado que somos diferentes, exclusivas y tenemos otras prácticas que los hombres, realmente hemos visto que muchas no”. ¿Se esperaba algo distinto? Para ella el reto no solo era pedir una rebanada del pastel sino que iban a cambiar la receta. Y la receta no cambia.
Aunque desde los movimientos de mujeres el cuestionamiento ha sido también de que sus pares llegan al poder pero no representan ni impulsan las políticas y necesidades de género. Eso es relativo, pues reproducirían el formato tradicional de que las mujeres están destinadas a manejar los temas sociales, la niñez y la familia.