La política en Ecuador es cuestión de números. A cifras más bajas, el contendor, para el presidente Rafael Correa, pierde legitimidad y no tiene opción de ser parte ni en el debate ni en la crítica.
Desde que Alianza País subió al poder, en el 2007, la única fórmula ganadora es la que predica el oficialismo: sumar gente y ponerla en las calles para que el ejercicio aritmético se note en las pantallas de televisión y aliente, a fuerza de los aplausos, el discurso de Correa, siempre victorioso.
No importa si el impecable operativo logístico, montado desde el Estado con sánduches y pasajes para todos, demuestre que la burocracia tiene una buena capacidad para organizar y organizarse. En el discurso oficial, estos detalles administrativos pasan a segundo plano, pues el mensaje central es decir que en el Ecuador hay un pueblo movilizado, con infinito amor, para defender al presidente Correa de las acechanzas desestabilizadoras.
Desde esa lógica, el éxito político que tendrán las marchas indígenas y la de los movimientos sociales pasarán por el conteo oficial. Mientras menos lleguen a Quito el jueves 22, el Gobierno se declarará una vez más victorioso.
¿Las matemáticas también son importantes para los grupos sociales de oposición? Ayer fue un día de reflexión. En la televisión, en los programas de radio y en las redes sociales, el mensaje de estos sectores es el de la resistencia. El artículo 98 de la Constitución así lo plantea; la Carta Política de Montecristi, rica en garantías, no discrimina a los colectivos sociales por su número en las calles.
La resistencia política es el argumento de quienes salieron desde Zamora Chinchipe a pie, con la intención de recorrer por 14 días la Sierra ecuatoriana, así no haya permisos para el paso de sus buses, así las fuentes del Gobierno miren su agenda de reivindicaciones desde los tiempos que marca el calendario preelectoral.
El asambleísta de A. País, Virgilio Hernández, un político forjado en la lucha de los movimientos sociales, lo advierte. Para él, estas marchas son primeros ensayos de unos grupos políticos que ya están pensando en la contienda del 2013. Por lo tanto, cualquier esfuerzo por sumar apoyos en las calles será un signo de supervivencia en la papeleta electoral.
El mensaje está dirigido a las filas del MPD, una tienda que aunque pequeña, sorteó el cataclismo contra el sistema de partidos.
El cálculo electoral no está alejado de la agenda de los marchantes que fustigan al Gobierno. Por eso, declaraciones como la del líder de la Conaie, Humberto Cholango, de que la campaña no es hoy la prioridad, genera sorpresa en quienes lo escuchan.
Por ejemplo, Napoleón Saltos, ex diputado y ex titular de la extinta Coordinadora de Movimientos Sociales, cree que estos grupos que ahora buscan despertar la protesta ciudadana, están divididos en tres alas. La primera la integran fuerzas como el MPD que ven la urgencia de marcar posiciones antes de la campaña.
Una segunda corriente busca mantener el debate y la acción social bajo los acuerdos programáticos que desde hace una década se debaten en el país (Alberto Acosta, la Conaie). Son quienes ven en Correa a un hombre de derecha. Finalmente están los grupos sociales pequeños y desarticulados que tienen posiciones claras, frente a temas de actualidad como el extractivismo minero, pero que carecen de articulación nacional. Ese vacío político es una realidad, por eso Hernández concluye que el accionar de partidos como el MPD no despierta sorpresa en la ciudadanía y que, en su afán de oponerse al Gobierno, se han acercado a los grupos de derecha que una vez combatieron. Para él, esa suma de fuerzas opositoras es un contrasentido, y fortalece la imagen del Régimen.
El balance final del intento de los grupos indígenas y sociales por avanzar en su marcha, se cerrará el 22 de marzo, con números rojos o con cifras positivas.
El reporte final se armará con el pasar de la caminata. El analista Pablo Ospina plantea no dejar de lado el “acoso” que desde el poder han sufrido las organizaciones de base para que estas sigan desarticuladas. A su juicio, hay un panorama adverso y es indiscutible.
Varios militantes, como la profesora de la UNE, Mery Zamora, o las activistas Martha Roldós y Mónica Chuji, han preferido alejarse de la fórmula matemática para interpretar los primeros mensajes que han dejado estas marchas. Para ellas “haber roto el miedo” ante el poder es una razón para celebrar. Y aunque desarticulados todavía, estos sectores saben que esta vez impusieron su agenda y que Correa reaccionó con toda su fuerza ante unas marchas cuyos resultados se desconocen.