El 27 de octubre, EL COMERCIO publicó sobre la emboscada a una patrulla militar-policial en el río Putumayo hace 18 años. Al respecto, hago las siguientes precisiones.
En represalia contra fuerzas policiales y militares que venían patrullando el río Putumayo para impedir el tráfico de drogas, armas y explosivos, al caer la tarde del 17 de diciembre de 1993, las FARC, que violando la soberanía nacional habían ocupado las dos orillas del río Putumayo, emboscaron a una patrulla fluvial, muriendo siete policías y cinco militares, desapareciendo un policía y un militar y quedando gravemente heridos once más.
En la zona de la emboscada se encontraron 200 trincheras individuales, lo que indicaba que a la columna guerrillera, no mayor de 50 hombres, se habían unido “guerrilleros de finca” (quienes mantenían enterrados su arma y uniforme).
Para evitar que se produjeran excesos en las investigaciones, se enviaron dos generales. Las detenciones se iniciaron cuando se encontró en poder de un individuo el reloj de una de las víctimas. Las investigaciones tardaron ocho días por las dificultades de la selva. El 27 de diciembre los detenidos llegaron a Quito y se los presentó al público en pantaloneta y camiseta para que se verifique su buen estado de salud.
Como el interrogatorio había sido grabado, se invitó a organizaciones de DD.HH., prensa, legisladores y ciudadanía para que lo presenciaran. Impactó profundamente cuando uno de los detenidos respondió por qué había asesinado a un policía herido: “Porque el comandante Pedro me dijo ‘Lo matas o te mato’”. Los cinco acusados de cómplices y los seis colaboradores de la guerrilla (10 colombianos y 1 ecuatoriano) fueron entregados a la Policía con exámenes médicos públicos.
Desde ese instante, el Ministerio de Defensa no intervino en el proceso judicial. En 1993 las FF.AA., las primeras en América Latina, habían iniciado la difusión del respeto a los derechos humanos entre sus miembros, no porque fueran represores, sino para afirmar sus valores democráticos, y en el caso Emboscada del Putumayo, demostraron que cumplían sus deberes firmemente pero con pleno respeto a la Función Judicial y los DD.HH.