La renuncia que incomodó a la OEA

Al canciller Ricardo Patiño le han aparecido varios rivales políticos, desde que se convirtió en el hombre fuerte del Gobierno.

A través de las denuncias de los ‘patiñovideos’, de sus pugnas internas con Gustavo Larrea por el control de Alianza País, o del malestar que han generado en Cancillería sus recientes políticas, muchos de esos rivales han pretendido arrinconarlo.

Pero la absoluta confianza que el presidente Rafael Correa ha depositado en su ministro ‘todo terreno’ lo ha convertido en un cuadro al que difícilmente llegan a afectarlo las críticas.

Sin embargo, la inesperada renuncia de Francisco Proaño, embajador de Ecuador ante la OEA, puso en entredicho la gestión diplomática de Patiño. Lo hizo en un escenario internacional que se había calentado por las denuncias del presidente colombiano Álvaro Uribe, en el sentido de que Venezuela acoge a guerrilleros de las FARC.

La dimisión de Proaño a la OEA es polémica por varias razones. Se produjo como consecuencia de las instrucciones que el Canciller ecuatoriano le dio para que pospusiera, en el Consejo Permanente, la reunión extraordinaria pedida por Bogotá, para el jueves. Proaño, como presidente de esta instancia de la OEA, era el encargado de impulsar estas agendas de deliberaciones.

En su carta de dimisión, que llegó a manos del presidente Rafael Correa la tarde del martes, el experimentado embajador explicó que los reglamentos internos de la OEA impiden a un país o al Presidente del Consejo Permanente dilatar estas reuniones extraordinarias.

Por este motivo, en los corrillos de la OEA, se criticó el desconocimiento, por parte de la Diplomacia ecuatoriana, de estas normas que, a escala internacional, difícilmente se pasan por alto.

Lo que en la política casera del Ecuador se ha venido comentando, en el sentido del presidente Correa y el canciller Patiño ha erosionado la capacidad institucional de la Diplomacia, la renuncia de Proaño lo confirmó.

El enfoque legalista de esta dimisión no fue lo único que destapó la reacción internacional. En Washington y en Bogotá, las fallidas instrucciones de Patiño al embajador ante la OEA fueron leídas, a su vez, como una presión del Gobierno de Caracas, sobre Ecuador para detener la reunión convocada por Colombia.

Patiño es de los funcionarios del Régimen de Correa más cercanos a Hugo Chávez, razón por la cual la posibilidad de que el Canciller haya jugado en favor de la Diplomacia de Venezuela fue la tesis que ha cobrado fuerza desde el miércoles.

Pero Proaño, hombre formado en la diplomacia tradicional, conoce el impacto que tienen los pronunciamientos públicos. Por eso ha desestimado con absoluta frontalidad la posibilidad de que Chávez haya estado detrás del mensaje que recibió Patiño. Y más bien ha insistido en que lo que Quito buscaba con sus instrucciones era crear un mejor ambiente para evitar que la denuncia de Bogotá empañara el ambiente en la región.

Precisamente, fue esa la explicación que el Canciller ha dado. Primero lo hizo a través de un comunicado de prensa oficial la tarde del miércoles. Ese día, Patiño no quiso hablar en público.

A través del Ministerio respondió que jamás dio “instrucciones” a Proaño, ratificando su deseo de que antes de la cita solicitada por Colombia era preciso realizar consultas entre los países miembros de la OEA y con ello evitar que las relaciones en el hemisferio resultaran afectadas.

Sin embargo, fue luego de que el presidente Chávez decidiera romper sus relaciones con Bogotá y expulsar de su país a los diplomáticos colombianos, que Patiño recurrió nuevamente a los micrófonos. La drástica decisión de Caracas se convirtió, en cuestión de horas, en la tabla de salvación del Canciller ecuatoriano.

Con un tono desafiante, Patiño culpó a José Miguel Insulza de la crisis colombo-venezolano. Con sus reproches intentó proyectarse como un diplomático sagaz y de fino olfato político que, con las instrucciones a Proaño, se estaba anticipando a los hechos que no logró evitar.

Insulza “no dio la talla en este caso puntual” le recriminó en público tras repetir que el Secretario de la OEA no quiso incinerar el reglamento de ese organismo, pero sí incineró la región.

Estas duras declaraciones son, finalmente, la tercera consecuencia de la polémica renuncia de Proaño a su cargo en la OEA, la tarde del martes.

El embajador manejó los términos de su dimisión apegado a los términos institucionales. Siempre protegió al Canciller de las acusaciones por la supuesta presión de Venezuela en este caso. Sin embargo, Patiño aprendió poco de la prudencia diplomática de este embajador.

Proaño puso en el debate internacional el poco interés que el Gobierno ecuatoriano le da al manejo profesional de su Diplomacia y a su relación con las normas internacionales. 

 ¿Quién Es?

Francisco Proaño Arandi, escritor. Ex embajador de carrera y vicecanciller durante la gestión de Nina Pacari. Estuvo, por pedido del presidente Rafael Correa, a cargo de la misión de Ecuador en la OEA.

¿Qué hizo?

El embajador renunció, tras asegurar que como  Presidente del Consejo Permanente de la OEA no podía posponer  la cita que pidió Colombia para acusara a Venezuela, como lo pidió el canciller Patiño.

¿Qué dijo?

“Si estoy al frente de este cargo no debería recibir instrucciones de ningún país. El Presidente del Consejo Permanente no puede dilatar ninguna convocatoria. El canciller Patiño se precipitó”.

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