A medida que se acercaba el V Congreso de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), el panorama no era claro. Los más de 2 000 delegados de las 14 nacionalidades y 18 pueblos indígenas tienen ante sí una agenda variada, que incluye la elección de su Consejo de Gobierno. Pero más que nada, será una asamblea en la que se planteará el destino histórico de este actor político clave que irrumpió en 1990.
En el 2014, la propuesta de base es analizar lo hecho hasta ahora para así delinear las líneas estratégicas de su participación en la política nacional.
La dimensión de debatir a profundidad “el plan de vida del movimiento indígena”, según el presidente de la Federación Kichwa del Ecuador (Ecuarunari), Carlos Pérez Guartambel, se reduce a aquello que la presidenta de la nacionalidad Andoa, Alexandra Proaño, denomina “unidad”.
Ese es el debate de fondo de la cita de ayer y hoy. Para muchos de los líderes actuales, algunas prácticas elaboradas desde el Gobierno Nacional han generado en algo esta división, con la cooptación de algunos cuadros o, sostienen, organizando contramarchas cuando se han movilizado. Por ello, reconstituirse es fundamental si se quiere entablar un diálogo con el Ejecutivo. Si no -reconocen- la lucha histórica será algo aislado según los pueblos o las nacionalidades.
En estos más de 24 años de organización, las cosas han cambiado. La evolución propia del Ecuador ha contribuido para que no existiera una renovación de los liderazgos. Las nuevas generaciones encontraron otras lógicas de territorialidad y productividad. “Al menos 500 000 indígenas están en Quito y Guayaquil, incorporándose a las prácticas urbanas”, dice Gerónimo Yantalema. Pero también incide la aproximación de la urbanización a los territorios indígenas.
“Las poblaciones indígenas han encontrado en el sector urbano alternativas económicas”, añade Yantalema. Por eso, hay un sistema financiero manejado por indígenas, cuyos casos emblemáticos, o por lo menos conocidos por la población blanco-mestiza, son aquellos que se incorporaron al fútbol profesional: Mushuc Runa y Pilahuin Tio.
También en el transporte comunitario y la economía solidaria, las nuevas generaciones indígenas tendrían una presencia predominante. Además, están las incorporaciones de mano de obra de las poblaciones a la industria extractivista.
[[OBJECT]]En ese sentido, los jóvenes buscan replantear el proyecto de la lucha social. Coinciden en que la Conaie logró reivindicar el agua, la educación y la tierra para los pueblos. Ahora los emprendimientos productivos, el turismo y la no migración son las luchas comunitarias.
Para Carmen Tiupal, del pueblo Puruhá, el Gobierno indígena debe encaminar esos objetivos con la realidad actual: “Las comunidades se están quedando vacías por falta de empleo y de producción en el campo por la escasez del agua. La migración de los jóvenes a zonas urbanas se incrementó y ese debe ser el tema a debatir”.
Por estos nuevos contextos, las políticas han de transformarse. Ya no son los años 90, cuando sorprendieron al país con el levantamiento indígena y se constituyeron en una fuerza política indispensable para ser tomada en cuenta en las políticas públicas y las estrategias de los oficialismos de turno. Y aunque siguen vigentes temas como la soberanía alimentaria y la territorialidad, la gobernabilidad de los pueblos y su relación con el Gobierno-Estado son fundamentales.
Y ello se hace más palpable en la coyuntura actual que tiene nombres: Sarayaku, Tundayme e Íntag, el extractivismo y lo que consideran la criminalización de la protesta y la persecución de algunos dirigentes.
Pero todo ello serviría de poco si la Conaie no mira bien hacia su interior y puede concluir qué le pasa como organización, sostienen sus dirigentes. Y por eso, la palabra “unidad” adquiere una mayor importancia 24 años después.
“Cuestiones políticas, como el extractivismo, han dispersado para tomar una sola decisión”, sostiene Proaño sobre cuán difícil es llegar a consensos en esta organización. Además, explica que hay asimetrías que deben ser cuestionadas. La hegemonía política de ciertos pueblos y nacionalidades, como la Kichwa o la Shuar han opacado a las otras organizaciones amazónicas.
Con ella coincide Olindo Nastacuaz, presidente de la Confederación de Nacionalidades y Pueblos de la Costa Ecuatoriana (Conaice), pero difiere en los actores: las fuerzas predominantes y que imponen criterios son de la Amazonía y de la Sierra, mientras su organización queda a un lado.
- Candidatos se multiplican
Parte de la tradición electoral de la Conaie es que vaya un solo candidato por cada región, que dirigen de forma alternada. Al ser el actual presidente Humberto Cholango de la Sierra, su sucesor debiera ser de la Amazonía o de la Costa. Antes de Cholango estuvo Marlon Santi, de la Amazonía. Correspondiera, en teoría, que quien esté al frente de la Conaie provenga de la Conaice, pero es algo que no se ha cumplido.
Nastacuaz es su candidato. Sería el cuarto que busque ese cargo y no se descarta que habrá más para la elección de hoy. Pocos creen, sin embargo, que la Conaice logre su objetivo.
La Conaie vive un escenario electoral complejo. Hasta hace una semana, el único nombre que circulaba para presidirla era el de Jorge Herrera de la Ecuarunari.
La Federación de Organizaciones Kichwas de Sucumbíos (Fonakise) propuso a Mónica Chuji, para representar al Gobierno de las Naciones Originarias de la Amazonía Ecuatoriana (Gonae), que hasta el 2013 se llamó Cofenaie.
Y aquí comienza el problema, que obliga a Proaño a sostener que “es una mentira a los medios de comunicación que la Amazonía está unida” .
El miércoles, durante el Consejo Ampliado de la Gonoae, se candidatizó al shuar Rómulo Acacho. Pero lo que no queda claro es cómo fue el proceso electoral. Desde la versión oficial de esta confederación, estuvieron presentes ocho de las 11 nacionalidades amazónicas.
Inconformes, los kichwas del norte mantienen a Chuji. Pero para Proaño, ante la ausencia de nacionalidades como la Cofán y la Secoya, los kichwas ni los shuar pueden imponer candidatos. Fue la razón principal por la cual la nación Andoa abandonó la sesión.
Para los andoas ninguno de los dos los representa; buscan, entre ayer y hoy, llegar a un consenso con las nacionalidades que estuvieron ausentes y ver si apoyan a uno de los dos o si lanzan un tercer nombre.