La prostitución de lo esencial

Hay ciertos conceptos inherentes a toda sociedad moderna y democrática que han sido prostituidos durante este Gobierno.

Uno de ellos es el de lo público. Con la creación de un millonario conglomerado ya casi monopólico de medios a los que se les ha puesto la etiqueta de “públicos”, cuando en la realidad no son sino instrumentos de propaganda partidista, la idea de lo público ha terminado convirtiéndose en gubernamental.

La aspiración legítima de llegar a tener un espacio de comunicación que sea de todos y no de unos (léase del partido en el poder) ha sido triturada con el agravante de que se lo hecho a expensas de millones de dólares y sin esperanza de fiscalización.

Otro concepto prostituido es el de lo ciudadano. A fuerza de cadenas y de la repetición enfermiza en cuanto discurso y “spot” publicitarios sea posible, la palabra ciudadano ha perdido cualquier connotación de participación. Ahora es tan solo un “sticker” del aparataje publicista de Carondelet. Mientras, los ciudadanos cada día son menos ciudadanos .

Ahora está en proceso de degradación absoluta el concepto de lo ecológico. La creación de unos impuestos a los que se ha tratado de ponerles de forma fraudulenta el mote de verdes o ecológicas es solo un paso más en la prostitución de un concepto indispensable.

La postura interesada y chantajista de que si no me dan plata saco el petróleo del Yasuní también mina la idea de lo que debe ser una auténtica vocación ambiental.

Así, el poder ha debilitado sus propios cimientos.

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