Xavier Bonilla ‘Bonil’ se convirtió ayer en el primer caricaturista del país sancionado de forma administrativa por la Superintendencia de la Información (Supercom).
Sentado en el sofá de su casa en un vergel de Chiviquí (Tumbaco), ‘Bonil’ atiende llamadas de NTN 24, de Colombia, y del The Wall Street Journal. A pesar del estrés que despiertan tantas llamadas, no deja su lápiz. En un tablero traza la caricatura para mañana.
Dice que a las 13:00 recibió la notificación de la Supercom, vía Internet. Él fue sancionado por una caricatura publicada en diciembre y que hacía referencia al allanamiento a la casa del exsindicalista petrolero, Fernando Villavicencio. En el pie del dibujo aparecía la frase motivo del proceso administrativo: “(…) Se llevan documentación de denuncias de corrupción”.
Para ‘Bonil’ , que trabaja en El Universo desde 1995, la resolución es ilegítima. “Mi primera reacción fue de indignación frente al abuso de poder y una sensación de algo esperado”. Según explica el poder armó todo este proceso de calvicie creciente con argumentos “tirados de los pelos”.
La Supercom dispuso que el dibujante rectifique la publicación hasta el próximo miércoles, en el mismo espacio y sección, con las mismas características y dimensiones.
El argumento que dio ayer en la tarde el superintendente Carlos Ochoa, es que él no puso comillas en la frase de la caricatura, atribuida a Villavicencio. “Eso es buscarle cinco patas al gato. No me gustan los juegos de azar, pero la sanción es por todos mis dibujos”, dijo Bonil.
Además, la Superintendencia sancionó también a diario El Universo porque “no se abstuvo de tomar posición institucional sobre la inocencia o culpabilidad de las personas que están involucradas en una investigación legal o proceso judicial penal hasta que se ejecutoríe la sentencia”.
De esta forma le multó con el 2% de la facturación promediada del último trimestre, que deberá ser depositada en la cuenta de la Superintendencia, también hasta el miércoles. Ochoa dijo que El Universo tiene que asumir su responsabilidad por la publicación. “Una imagen falsa pesa más que mil palabras falsas”.
Esta es la primera sanción que se aplica a un medio, con la vigencia de la Ley de Comunicación. El caricaturista Francisco Cajas (Pancho) no recuerda que haya sucedido algo similar, a pesar “de los gobiernos tan difíciles que vivimos. Ni con León Febres Cordero esto sucedió”.
Él es uno de los dibujantes que se solidariza con ‘Bonil’, porque este tipo de acciones legales tienden a crear “temor y autocensura”.
‘Bonil’ trata de mantener la calma ante la situación.
A ratos distrae su estrés mirando la colección de elefantes de su esposa Ivonne, quien prepara café. Ve las acuarelas de bosques y un perfil de la iglesia de Guápulo pintado por su amigo, el periodista Diego Cornejo.
La acequia que pasa a un costado de la casa, entre helechos y buganvillas, es una tenue música que lo distiende. ‘Bonil’ hace caricaturas 30 de sus 49 años. Se lleva la mano al cabello negro y afirma que va a organizar la defensa con su abogado, Ramiro García Falconí, quien ayer dijo que se esperaban la resolución oficial de la Superintendencia.
“Este es un episodio más de los abusos y ataques hacia los comunicadores críticos del poder”. Para el lunes convocará a una rueda de prensa en la que explicará más detalles de su defensa. Mientras tanto, evoca las luchas que su padre, Gonzalo Bonilla Cortez, reconocido periodista. Él libró – desde el humor- batallas contra diversos gobiernos de los años 60 y 70.
Sin embargo, por el momento, no hay mucho que hacer. De acuerdo con la Ley de Comunicación, la sentencia deberá ser aplicada y luego de ello se podrá impugnar la resolución ante el Tribunal de lo Contencioso Administrativo.
- “La caricatura usa la ironía, el irrespeto y el buen humor. Puede ser agresiva y lapidaria, pero siempre caricatura”.
Roque - “Es absurdo que pidan explicar una caricatura. Es como si se cuenta un chiste a otra persona que no entendió”.
Arcabuz - “Es incomprensible esta sanción porque la caricatura es un género que no tiene lógica y deforma la realidad”.
Chamorro