El ex presidente Osvaldo Hurtado pide al país reconocer las cosas buenas que hizo la ‘partidocracia’. Cree que en el Gobierno sí hay elementos del fascismo.
¿Usted, como Presidente de la República, hubiera prohibido los calefones?
Los serranos no nos bañábamos hace 50 años todos los días porque no era posible tener agua caliente. De los progresos producidos en el Ecuador, uno es el calefón, que permite a los serranos no bañarse en agua helada. Hoy nos bañamos todos los días.
¿La medida afectará solo a los serranos?
Para ironizar, es una medida antiserrana.
¿Antiquiteña?En realidad, es una de las tantas ocurrencias que suele tener el Presidente en las sabatinas, en las cuales primero habla y luego piensa. Por eso se expresa así. No es la primera vez que incurre en esas metidas de pata. Son muchas, y luego vuelve atrás cuando sus colaboradores le hacen caer en cuenta de lo que ha dicho.
¿Sin haberlo preparado?
No admitir sus culpas es típico de estos caudillos del siglo XIX.
¿Usted era así?
No, siempre tuve críticos a mi lado. Rara vez un ministro me felicitaba por un discurso. Más bien me hacían observaciones. No tuve ministros que toleraran lo que hoy toleran los de Correa, quien afecta diariamente su dignidad pública y privadamente.
Eso parece no inmutarles…A ese punto ha llegado el Ecuador. Se supone que esta es una sociedad en la que hay que respetar a los seres humanos, pero el Presidente no solo que no respeta a quienes discrepamos con él, no respeta a sus funcionarios.
Rafael Correa podría decir que lo que hace es llamarles la atención públicamente porque así es su revolución: transparente y ejecutiva…
Ni la juventud ni la revolución le dan derecho a un ciudadano a ser malcriado. La cortesía, la educación, el respeto, son elementos de la vida moderna. Lo otro ocurría en el siglo XIX, en la sociedad de patrones y siervos. Difamar o injuriar a sus colaboradores, como hizo de manera inaceptable con el coronel César Carrión, me recuerda las novelas de Jorge Icaza, con el lenguaje de los patronos contra los indios.
¿No cree que esa actitud le da al Presidente una imagen de energía y firmeza, algo que a la sociedad ecuatoriana parece gustarle, como con León Febres Cordero?Firmeza no es un asunto de lenguaje ni de músculos. Es el sometimiento de la voluntad y de los actos a principios y a normas. Es velar por el interés público; es decirle a su hermano que no puede enriquecerse mientras él sea Presidente y que no puede tener ni un contrato con el Estado, aunque las leyes le permitan. Eso es firmeza moral.
Correa insiste en que no conocía de esos contratos’
Un Presidente que tiene cámaras de televisión en los despachos de sus ministros, que los vigila todo el día en el celular, que no les deja tomar una sola decisión sin que le consulten’ Y, de pronto, un ciudadano llamado Fabricio Correa celebra contratos por USD 700 millones sin que el Jefe de Estado lo sepa. Eso es imposible, mas allá de lo que se diga y de las pruebas que existan. Es imposible en un Gobierno en el que todos los ministros habrán tenido temor de firmar esos contratos.
Usted ha sido un permanente crítico de este Gobierno, pero ¿no es la partidocracia la culpable del nacimiento de esta ‘revolución del siglo XXI’, al no haber solucionado a tiempo los problemas fundamentales del país?Las décadas de los años 80 y 90 coincidieron con una crisis que afectó a América Latina. Una cosa es gobernar con petróleo de 100 dólares y otra es con petróleo de menos de 10 dólares.
El Presidente dice que ustedes no redistribuían esos 10 dólares como él sí hace con los 100
La partidocracia debería recibir un agradecimiento del Presidente por haber constituido un órgano público que cambió las finanzas en el Ecuador: el Servicio de Rentas Internas . No solo el petróleo explica el dinero que ahora tiene el Gobierno, sino el SRI, constituido a fines del siglo XX por todos los partidos políticos. Gracias al SRI se ha incrementado la participación de los ingresos tributarios y se han vuelto menos indispensables el petróleo y el endeudamiento externo.
El presidente Correa dice que está repartiendo ese dinero entre los pobres.
Las cifras dicen lo contrario: entre los años 2000 y 2006 la pobreza cayó del 50 % al 25%. En cambio, en los cuatro años de Correa la pobreza se ha mantenido en el promedio de 25%. Díganme dónde está la política económica a favor de los pobres.
¿En qué nivel debería estar la pobreza, según usted?
Alguna escuela de políticas públicas debería hacer un estudio para desentrañar el enigma de cómo un economista con tres títulos universitarios redujo el crecimiento de un país del 5,4% al 3,3% y no lo puso en el 8%, como era posible en el 2007.
¿Cómo?
Si hubiera abierto el sector petrolero a la inversión extranjera, concretado la negociación con las compañías mineras y celebrado acuerdos de libre comercio con Europa y Estados Unidos, la economía estaría creciendo al 8% y la pobreza reducida al 10%.
¿Con esas medidas capitalistas y neoliberales?
Póngale el nombre que quiera, lo que importa son los resultados. Hay que repetir lo que dijo el viejo sabio Deng Xiaoping: “No importa cuál es el color del gato, sino que cace ratones”. Al común de los ecuatorianos le importa mejorar sus condiciones de vida, no la política económica.
Usted está defendiendo solo las cifras de Gustavo Noboa y Lucio Gutiérrez ¿Y la de los gobiernos anteriores?
Yo quiero que el país entienda que la dolarización ha sido un servicio extraordinario para la estabilidad económica del Ecuador. La dolarización, tan abominada por el economista, cambió la vida de muchos ecuatorianos.
Correa la abomina, pero la mantiene. ¿Por qué?
No se atreve a cambiarla porque algo ha aprendido. Alguien le habrá dicho que son buenos los efectos de la dolarización para redistribuir riqueza. Pero eso no se hace dejando crecer el número de pobres, sino aumentando la participación de la clase media y de los pobres.
Los pobres son los que más apoyan al Presidente. ¿Cómo explicar eso si Correa, supuestamente, no atiende a los pobres?
No es fácil encontrar una explicación. El 2006, el pueblo votó contra sus intereses, contra una política económica que había mejorado su bienestar como no lo había hecho ningún gobierno desde los años setenta. Y el pueblo lo sigue apoyando a pesar de los resultados económicos que acabo de presentar.
¿Y las carreteras, la educación, la salud?
Sin duda, un Presidente debe hacer caminos y puentes, pero su tarea principal es administrar la economía para mejorar el bienestar de la gente y eso no lo ha conseguido.
Entonces, ¿por qué tiene la simpatía de esos sectores y por qué gracias a ellos podría ganar la consulta?
Su sistema de clientelismo electoral ha rebasado todos los límites. La política ecuatoriana siempre ha sido populista, pero Correa la ha llevado al extremo: la multiplicación de los subsidios ayuda electoralmente, a lo que se añaden los beneficios de la dolarización, el aumento del precio del petróleo y la acción del SRI. El presidente Correa también cosechó la destrucción del sistema de partidos, tarea que realizamos todos los ecuatorianos.
Sobre todo, la misma partidocracia, con sus acciones.
No. Ese es un pecado de todo el Ecuador: medios de comunicación, gremios empresariales, movimientos sociales, sociedad civil, académicos, todos’
¿Quizá porque los ecuatorianos sentíamos que los gobiernos y los partidos no hicieron lo suficiente?
Lo que pasó fue que a todos nos pusieron en el saco de la corrupción, pero la mayor parte de los presidentes ecuatorianos han sido honestos.
¿Quiénes, por ejemplo?
No quisiera hablar de mí. Pienso en Sixto Durán, Gustavo Noboa y Rodrigo Borja.
¿Y Jamil Mahuad?
Mahuad yo creo que fue honesto aunque cometió graves errores: dejar que empeorara las crisis bancaria y fiscal.
El 7 mayo va a ser la consulta popular y 17 días después usted seguramente celebrará los 30 años de su llegada a la Presidencia.¿Está buscando recuperar su imagen?
Para nada. Hace un año y medio se formó un grupo para conversar sobre el futuro de la democracia, pues se ha convertido en un lugar común decir que “nadie hace nada y hay que hacer algo”. Ahí estaba, por ejemplo, Julio Echeverría, con quien no he tenido amistad. Luego, hizo contacto Raúl Baca a través de un común amigo y me hizo llegar la misma inquietud. Finalmente, tuvimos una primera reunión Julio Echeverría, Wilfrido Lucero, Raúl Baca y Abelardo Pachano, entre otros, y comenzamos a discutir qué hacer.
¿Un nuevo partido?
Justamente eso es lo que no queremos. Por eso nos juntamos ‘viejos’, como dice Correa, viejos sin ningún interés personal. Decidimos, más bien, hacer un foro para la defensa de la democracia, pero hemos tenido dificultades para conseguir adhesiones porque hay miedo en el Ecuador. Muchos se excusaron por miedo.
¿Por qué el miedo?
Porque quien da ese paso corre peligros. Yo creo que esta institución (Cordes) podría ser intervenida y clausurada, como lo hizo Febres Cordero. Por eso existe ahora un reglamento fascista para someter a las fundaciones a la tutela del Gobierno. Eso se hacía en el fascismo.
Un ciudadano acaba de llamar “fascista” al presidente Correa y ahora está bajo amenaza de juicio’.
En el Ecuador tenemos una cuasi dictadura. Y ese proceso se quiere culminar apoderándose de los dos únicos centros de poder que aún no están completamente en sus manos: la justicia y la prensa independiente.
Usted no ha rendido cuentas de su gobierno. Por ejemplo, no ha dicho nada sobre la sucretización’
El Presidente no puede decir nada de mí, por eso me ataca con la sucretización, operación que salvó el sistema financiero nacional. Lo mismo ha hecho el presidente (Barack) Obama, por ejemplo, en Estados Unidos.
Pero hace falta una autocrítica más profunda’ ¿En qué falló la partidocracia?
El problema es que no se discriminó. Se generalizó y se dijo que todos éramos corruptos. Había que poner nombres a esas generalizaciones.
Pongamos nombres’
Febres Cordero y Gutiérrez, por ejemplo, no respetaron la Constitución ni la ley. Esos elementos están presentes también en el gobierno de Correa.
¿El ‘no’ es la última oportunidad para mantener la democracia?
Ganen el ‘sí’ o el ‘no’, hay que prepararse para tener un candidato de unidad en el 2013.
Pero aún no hay luces de ese posible candidato’
Hay que darle tiempo al tiempo. Si Correa establece un poder fascista, unirá a toda la oposición porque es un problema de supervivencia, de libertades.
Le recordamos que llamar fascista al Presidente le costó caro a un ciudadano’
Veamos qué es el fascismo: partido único, caudillo enviado por una fuerza superior, control de todas las fuerzas sociales, control de la prensa y subordinación de todos los organismos de poder. Todos esos elementos están presentes en el gobierno de Correa.