La paradoja: se dicen exitosos en política social y aumentan los bonos

Julio Estrella / EL COMERCIO

La ex presidenta Rosalía Arteaga evalúa la política social del Gobierno. Destaca el papel de Lenín Moreno porque ha tenido tiempo y recursos.
Usted escribió un libro dedicado a Jerónimo, su hijo con síndrome de Down. ¿A la hora de evaluar la política de este Gobierno en temas de discapacidad se puede decir que hay un antes y un después?
Tuve un hijo con síndrome de Down y publiqué un libro sobre él, cuando era subsecretaria de Cultura (con Sixto Durán Ballén). En ese momento, la gente me dijo que marqué un antes y un después: era la primera vez que desde lo íntimo se confesaba que se tenía en la familia un niño con discapacidad. Jerónimo sigue siendo un libro promovido y escribí la continuación ‘Los otros Jerónimos’.
¿Cómo evalúa al Gobierno?
Ha habido por parte de la Vicepresidencia una visibilización importante de esta temática porque Lenín Moreno la sufre.
Usted tuvo un período corto en la Vicepresidencia. Seis meses con Bucaram y un año y meses con Fabián Alarcón...
Sí, ambos fueron períodos convulsionados, se trataba de invisibilizar al Vicepresidente.
¿Pero cuando inició su mandato (1996) usted se planteó trabajar por la política social?
Se me negó el acceso a mantenerme en la Presidencia hasta agosto del 2000. Y se me recortó el período para el que fui elegida. El Congreso cometió conmigo dos inconstitucionalidades.
Siempre se dijo que el Vicepresidente era un conspirador a sueldo. ¿Moreno cambió esa idea y más bien trabajó desde el sector social?
Todo depende de los acuerdos a los que se llegue. Con Abdalá Bucaram yo quedé en manejar la política social del Gobierno...
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Y solo le encargaron la construcción de los aeropuertos...
Es que era parte de las responsabilidades que tenía yo como Presidenta del Consejo Nacional de Desarrollo. Había varias funciones que después fueron recortadas. Pero más allá de eso, el rol de un Vicepresidente debe ser de trabajo en conjunto con el Presidente.
¿Por eso Moreno dio un vuelco total a ese rol?
Se ha mantenido en funciones durante bastante tiempo. Y eso le da una perspectiva mayor porque si usted tiene el cargo seis meses, un año, y con las luchas de poder de la época, la situación es más compleja. Aquí son seis años, el Ejecutivo ha tenido un poder bastante más grande y Moreno tuvo claro su rol por lo social.
¿Hay empatía entre Rafael Correa y su Vicepresidente?
Creo que sí, y eso ayuda.
Moreno ha sido la cara feliz de este Gobierno, pero el Presidente usa las sabatinas para descalificar a todos.
Son dos personas con diferente forma de actuar y de presentarse. El uno es la cara amable… ¿Eso será deliberado?
Eso debieran mirarlo los analistas, yo no. Porque el otro ha acentuado en el país una política de virulencia y violencia verbal. Ecuador es más violento que antes.
¿Aunque no sea tan convulso como en su época?
Hemos visto experiencias dolorosas para quien ha salido a protestar, ahora la gente tiene miedo a decir las cosas. Antes botar a un Presidente era casi una fiesta; ¿se acuerdan de cuántos muertos hubo el 30-S? ¿Parte del supuesto éxito de Moreno, se debe a que ha manejado más recursos? Claro. Comparemos los recursos modestísimos que manejaba la Vicepresidencia. Pero la política social no es solo el tema de personas con discapacidad, es la salud, la educación. Si analizamos el tema en términos contables, el debe es más fuerte en este Gobierno que el haber. En lo educativo hay una política novelera.
¿Por qué?
No se profundiza en acciones. Se toman decisiones, por ejemplo en vez de trimestres, quimestres. ¿Eso beneficia a la educación? No, ha creado desconcierto en las familias que planificaban sus vacaciones con el régimen escolar. Otra política novelera es el bachillerato general unificado, porque no se toma en cuenta que se requieren más profesores de física, química, inglés, de quichua talvez. Si en la universidad priman especializaciones por qué el bachillerato tiene que ser único.
¿Y la infraestructura creada, no es motivo de aplauso?
Se ha puesto énfasis en las escuelas del milenio, que son pocas.
Hay profesores del milenio?
No todavía. Pero volviendo a la infraestructura yo recorro el país y veo que esta es bastante mala. Puedo dar casos muy concretos ¿Y la alfabetización? Este no es un proceso aislado. En años anteriores se manejaban proyectos específicos para erradicar el analfabetismo, volver atractiva la escuela con el desayuno escolar, la mochila escolar, con una serie de cosas que han venido haciéndose de años anteriores. Usted puede cosechar al llegar al final de un proceso y a este Gobierno le ha tocado eso en este tema.
¿Ha sido una verdadera política social sostenida en años?
Y hemos sido exitosos, aunque la mayoría de alfabetizados solo sabe firmar. No hablemos de analfabetismos digital o funcional.
¿La imposición de estas políticas se debe a la falta de un interlocutor válido?
Los maestros no son solo la UNE, hay otras instancias. Pero hay temor en los maestros. Y pese a todo lo que se diga, en el magisterio hay buenos elementos. Están deseosos de capacitarse. Precisamente, otra falencia del Régimen es la capacitación. Se puede tener los mejores colegios en infraestructura, pero sin dos requisitos fundamentales, no se cumplen los objetivos. Estos son capacitación y autoestima.
¿A qué se refiere?
Si tiene maestros considerados la última rueda del coche, si están sujetos a evaluaciones que no han tenido todos los parámetros... Aquí solo hay una ‘evaluacionitis aguda’, desde al niño del jardín de infantes le evaluamos y eso contribuye a la elitización de la educación.
¿Elitismo? ¿Y la gratuidad?
Los chicos pueden matricularse solo con buenas notas en escuelas de prestigio. El resto debe meterse donde pueda. La gratuidad no ha garantizado el fin de la elitización.
¿Haber cerrado las universidades de garaje es novelería?
Sí. Yo no habría cerrado ninguna. ¿Cuánta gente se ha quedado fuera del sistema, cuántas universidades de garaje eran las únicas que ofrecían ciertas carreras?
Eran institutos convertidos en universidades...
Porque el Congreso y la Asamblea les permitió. Lo que se tenía que hacer era crear un esquema que se respete. No es cuestión de decir: cierro universidades, y hacerlo de forma terrible. En un país como Ecuador la gente aspira a un ascenso social a través de la educación. Los miles de estudiantes graduados en universidades cerradas han visto perjudicados sus currículos por este estigma.
¿Por esto casi todos los candidatos han hablado de echar abajo la política educativa?
Es mucha gente, unas 40 000 personas que se quedaron sin universidades.
¿No ve nada bueno? La política de concesión de becas a estudiantes de excelencia. Pero eso le deja fuera a los estudiantes de situación económica inferior, cuando el requisito número uno es dominar el inglés.
¿No hay buen inglés en la educación pública?
Es una forma de analfabetismo si hablamos de que un idioma mundial para la ciencia, duélale a quién le duela, es el inglés.
¿En política educativa ha habido un afán de depuración?
Cuando hablamos de seres humanos es difícil usar ese término.
¿A qué compromisos en política social deben llegar los candidatos a la Presidencia?
Compromisos básicos en educación, en salud, los hospitales grandes se han quedado sin especialistas, sin gente con trayectoria. Ahora tratan de jubilar a los profesores que pasan de 70 años, cuando la vida útil hoy es más larga.
¿Son temas de campaña?
Si hubo una buena política en discapacidad hay que seguirla. Pero en lo social analicemos, consultemos a maestros, a gente que sí quiere progresar; igual en salud: más repercusión tiene la construcción de canales para que la gente tenga agua potable, manejo de aguas negras, una política de lavarse las manos antes de ir a la mesa. Eso da mejores resultados que la construcción de macrohospitales.
¿Cómo tomó usted la guerra electoral por el aumento de bono de desarrollo humano?
Es absurdo, puede ser inmanejable. Mientras más bonos hay, menos política de empleo se ejecuta.
¿Qué le dice a Ud. que tras seis años de revolución ciudadana haya que subir el bono?
Es una paradoja: se dice hemos sido exitosos en la política social y los bonos y el número de incorporados han aumentado.
¿Y por qué los candidatos se han subido a esa camioneta?
Por populismo.
¿En términos universitarios, qué categoría le pone a este Gobierno: A, B, C, D o E?
No me hagan pelear.
¿Correa es invencible?
No lo creo, me gusta recordar los dichos de los abuelos: “No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista...”.
¿Por qué lo dice?
Porque es un dicho (risas).
¿Esta será una campaña distinta para Correa sin Moreno como su compañero?
Probablemente, él ha aportado.
¿El electorado ecuatoriano es más consciente al evaluar la política social de un candidato que hace 15 años?
No lo creo, se sigue esperando la dádiva, la feria de ofertas. Por eso, los candidatos deben hacer un compromiso de ética.
¿Para no ofrecer dádivas?
Así es. También a no seguir azuzando pasiones y enfrentamientos. Recordemos que el tema de derechos humanos también es un tema de política social.
La dolarización dio estabilidad, es una política social
No fui partidaria, y peor a 1 USD por 25 mil sucres. En ese momento no fue positivo, pero a la larga ha impedido veleidades no solo de este Gobierno como la emisión inorgánica y mantener estabilidad, que la gente no viva con un precio de un día y otro.
¿Con la política fiscal de Correa, sin dolarización, habría hoy inflación?
Estoy segura. No fui partidaria de ese esquema, pero en este momento quitarlo sería un absurdo.
Hoja de vida
Su trayectoria
Tiene 56 años. Fue Vicepresidenta de la República. Desde 1998 se retiró de la política. Es la única latinoamericana que ha sido parte del Consejo Editorial de la Enciclopedia Británica.
Su punto de vista
No hablar inglés es una forma de analfabetismo, porque es el idioma de la ciencia.