El Ecuador debe ser el país con mayor cantidad de golpistas por metro cuadrado en el mundo y con el mayor índice de impunidad en temas de estabilidad democrática.
No solo eso, como seguramente en ningún otro sitio del planeta, en este país esos desestabilizadores tienen unas facilidades únicas porque sino ¿cómo se explica que de todos los golpistas denunciados en los últimos días ninguno haya sido demandado ?
Si tanto importa la estabilidad y tan vital es la defensa de la democracia para este Gobierno, ¿cómo se explica que ninguna autoridad, incluido el siempre acucioso Ministro de Seguridad, no haya hecho al menos una sola denuncia en contra de los golpistas?
“¡Viva la democracia! ¡Abajo los golpistas!”, decía dicho ministro en su cuenta Twitter el jueves sin que hasta ahora haya presentado una sola evidencia para la acusación.
Pero la verdad es que ninguna de estas autoridades, incluido el Presidente, se cree la tesis del golpe.
La tesis de la desestabilización, que en honor a la verdad es un eslogan marketero, ha sido no solo un exitoso producto que ha logrado generar un importante músculo de apoyo en las bases de Alianza País, sino también ha logrado diluir la bandera de lucha que intentaron construir los movimientos sociales y que tanta falta les ha hecho: la minería a gran escala.
Y en eso ha sido exitoso el aparato propagandístico del Gobierno. Para la gran masa, lo que se discutía el jueves no era la minería, era la sobrevivencia del Gobierno, lo cual es una solemne mentira.