¿Cómo se siente hoy en su papel de político y no de periodista? ¿O no ha habido mucha transición?
No ha habido mucho cambio. O sea la política es envilecedora.¿Por qué?
Porque están presentes las peores manifestaciones de los seres humanos: la envidia, la ambición, el poner la zancadilla, el eliminarle al otro, destruirle.
¿Se considera un político?
Sí.
¿Cómo fue la transición de periodista a político?
Era una transición indispensable, que creo que era necesaria por el momento político que atraviesa el país. No puedo ponerme contra un proyecto político que le ha dado la vuelta al país.Usted fue muy duro con gobiernos anteriores. Hacía y defendía el periodismo militante, lo cual es cuestionado por este Régimen.
Esos gobiernos eran representantes del poder económico. Desde el de Abdalá Bucaram, pasando por el de (Jamil) Mahuad, que directamente representaba los intereses de los banqueros, y no se diga el de (Lucio) Gutiérrez. Esos gobiernos eran los portavoces de los poderes económicos.
¿Ese periodismo, no es lo mismo que hacen muchos periodistas ahora y por eso son cuestionados, atacados?
Creo que el poder económico no está presente en este Gobierno. El poder transnacional, el capital financiero especulativo, no está presente. Aunque haya actos de corrupción, este Gobierno no expresa los intereses de grupos monopólicos ni oligárquicos, como sí representaron los de Mahuad y de Gutiérrez.
En el 2005, luego de ser un protagonista de la caída de Gutiérrez, usted dijo en la Fundación de Nuevo Periodismo que los gobiernos y poderes atacan, enjuician a los medios que los combaten. ¿Sigue pensando eso?
Sigo manteniendo que los medios cuando están contra el poder sufren retaliaciones. Pero los medios también están del lado del poder: un grupo económico, poseedor de propiedades multimediáticas, también es poder. Los periodistas que sufren retaliación son los que están en contra de todo el poder. Pero Correa no es el poder, es el Gobierno. El poder de la propiedad (…) está en otro lado.
¿Se siente cómodo en este proyecto político?
Sí. Hay una premisa que dice que solo los idiotas son absolutamente felices, creo que hay un montón de cosas que cambiar, todavía en este proyecto.
¿Como cuáles?
Los temas que tienen que ver con la tierra, una segunda reforma agraria. Hace falta un marco jurídico que rompa con los monopolios y controle los mercados. Creo que hace falta una mayor dinámica en la visibilización de los actores que están vinculados con la economía social y solidaria. Hace falta una revuelta cultural…
Radio La Luna, donde usted trabajó por muchos años, fue un espacio abierto a tendencias que en otros medios no tenían lugar. Pero ese proyecto se acabó. ¿Por qué?
Una de las razones fue la supervivencia económica. Fue un proyecto periodístico que entró en crisis. Ningún banco ha puesto publicidad en Radio La Luna. Todo el capital especulativo financiero, que es el más poderoso, no nos dio financiamiento.
En la radio hubo programas antitaurinos, pero usted es un amante de la tauromaquia, ¿Es un contrasentido?
Me encantan los toros.
¿Desde cuándo?
Desde muy niño. Le debo a mi abuela materna riobambeña. A ella le debo el gusto de los toros. Y votaré no en la consulta que pretenda eliminar los toros.
Usted cuestiona con dureza al Gobierno de EE.UU. y a su política, pero envió a uno de sus hijos a estudiar música en ese país. ¿Eso también parece contradictorio?
Estudió en una universidad por Illinois, cerca de Chicago. Fue un curso de verano de jazz.
¿Por qué en EE.UU.? ¿No va contra su discurso?
¿Qué tiene que ver el jazz con el imperialismo? Las expresiones culturales son distintas. El básquet de la NBA me encanta, soy un vicioso seguidor de la NBA. Eso no tiene nada que ver con ideología. Sigo creyendo que EE.UU. es el poder más malévolo, prepotente y antidemocrático de la historia de la humanidad.