En América Latina se han presentado en los últimos años fenómenos de coartación de la libertad de expresión, una nueva tendencia socialista de algunos gobiernos, concentración de poder, narcotráfico, etc. Michael Shifter habló para EL COMERCIO sobre estos temas en la región.
Hay varias tentaciones que rodean a los mandatarios de la región en ejercicio del poder y una es la reelección, ¿cómo mira esto?Yo creo que una de las mejores decisiones, para mí muy feliz, fue la que hiciera la Corte Constitucional colombiana, el 26 de febrero pasado, cuando dijo que no fue permitida la tercera reelección de Uribe. Yo creo que esto fue importante. En algunos casos la reelección no es exactamente antidemocrática; depende siempre de cuáles son los costos.
Cuando se intenta concentrar los poderes desde una visión del presidencialismo, ¿eso no atenta contra la democracia?
Yo creo que es mucho más preocupante cuando hay un atropello a las instituciones independientes. Cuando no hay contrapesos es muy difícil llamar a eso una democracia auténtica.
¿Cómo ve la preparación de líderes en universidades respetables del exterior, que incursionaron en política, no les fue bien y fueron cuestionados e incluso sacados del poder?La educación en Harvard u otras universidades no garantiza ser un político exitoso en América Latina, no solamente en Ecuador. Podemos nombrar otros casos. Hay cierto aprendizaje que puede ser útil, pero también requiere una sensibilidad frente la sociedad, a las demandas, a las presiones y a las realidades.
¿Cuánto se afectan las democracias cuando están amenazadas las libertades, especialmente la de expresión?
Ese es un tema muy preocupante. Está el caso de amenazas a periodistas en México y Honduras. Ahora, es muy distinto lo que está pasando en Venezuela, Ecuador y Argentina, pero igual de preocupante. La libertad de expresión es fundamental, sin ella no se puede hablar de democracia y si bien es cierto que los medios cometen errores y demuestran en algunos casos irresponsabilidad, no debería haber ninguna restricción en lo que publiquen. Creo que hay cierta intolerancia que se nota. A ningún gobernante le gustan las críticas aquí, ni en Estados Unidos tampoco; pero al mismo tiempo hay que ser tolerante, aceptar que es parte del juego democrático.
¿Usted es partidario de preservar estas libertades incluso con los riesgos cuando se cometen errores?
Sí, yo creo que en general tiene que haber tolerancia total de cualquier expresión aunque esté totalmente equivocado, pero combinado con un enorme desafío y compromiso de los medios de hacer las cosas de manera responsable y bien. No puede haber complacencia de los medios de seguir haciendo las cosas como siempre. Hay que asumir responsabilidades, pero el hecho de que haya errores cometidos por medios no justifica de ninguna manera los límites que ponen los gobiernos para restringir el espacio de presentar noticias y comunicar con el público.
¿Cómo poner esto en perspectiva ahora que se debaten leyes, como en el Ecuador?
Tiene que haber un reconocimiento del papel que juegan los medios, que a veces se equivocan, se pasan, muchas veces cometen errores que deberían corregirse, pero yo creo que los esfuerzos para limitarlos realmente no funcionan; presentan riesgos a la libertad de expresión.
¿Por dónde camina América Latina?
Creo que va en distintas direcciones, distintos caminos. No es una región sin diferencias. Más bien son marcadas, hay distintas visiones. Creo que es importante ver cada situación, que tiene características muy particulares. Por ejemplo, el fenómeno de Hugo Chávez en Venezuela es un caso muy particular y la diferencia es entre Chávez y lo que está pasando en Bolivia con Morales o Ecuador con Correa.
¿Cree que las proclamas del socialismo son más enunciados que la práctica de un modelo?
Yo creo que a veces uno tiene que mirar la práctica más allá de un eslogan, como el socialismo del siglo XXI. Venezuela tiene un tratado de libre comercio con Estados Unidos por el petróleo, a pesar de que está en contra. Entonces, hay enormes contradicciones. Hay que analizar bien la retórica y la práctica en qué consisten. Creo que cada país busca atarse a procesos y presiones de globalización a su manera.
¿Cómo ve la penetración del cártel de la droga y sus estilos de operación?
Es un fenómeno muy preocupante y grande. Lo que está claro es que hay mucha frustración en la política antidrogas. Creo que no ha funcionado y que hay que repensar alternativas. Yo creo que Washington tiene que cambiar su enfoque y su actitud. Algo imperdonable es la cantidad de armas que se usa en la violencia, de origen en EE.UU. Hay que empezar arreglando la propia casa.