Entrevista a Diana Atamaint, asambleísta de Pachakutik.
¿Están cambiando las cosas en la Asamblea? ¿La aprobación del Código de Planificación y Finanzas, previo acuerdo con otras bancadas además de la oficialista, mostró que hay más apertura de A. País?
Sí, por el trabajo que se vio durante los 15 días previos a la votación de la Ley. Fuera de cámaras hubo reuniones abiertas con los técnicos de la Senplades y con el Ministro de Finanzas. Es un buen síntoma, pudimos discutir y ofrecer aportes. Hubo el compromiso del Ministro de que no habría un veto.
¿Está segura que A. País está cambiando de actitud?
Los coordinadores de bloque son más abiertos y escuchan las propuestas que presentamos. Hay una buena señal del Ejecutivo, de respeto a los consensos que se logran en la Asamblea.
¿Hubo algún compromiso firmado de la Presidencia de que no habría veto?
No hubo nada escrito, solo un compromiso verbal.
Los asambleístas de A. País repiten que no se puede dejar fuera del debate de las leyes al Ejecutivo porque son de su mismo movimiento. ¿Comparte ese criterio?
No descartamos eso, lo establecen la Constitución y la Ley Orgánica de la Función Legislativa. El Presidente es colegislador y no pretendemos que no existan vetos que enriquezcan. En este ejercicio (acuerdos para aprobar el Código) hubo flexibilidad, entendieron que el proyecto oficial no es perfecto. El Ministro fue abierto, nos explicaba que pretendían decir equis cosa con un artículo, pero nos dejaba hacer ajustes.
Ustedes como Pachakutik, entre otras tiendas, también están abiertos. ¿No son obstruccionistas?
Sí, hay apertura de ambos lados. No se trata que uno vaya a chantajear al otro ni a imponerse. Los extremos no nos llevan a ningún lado, las propuestas entregadas a la Comisión han sido incluso mejoradas.
La Asamblea vivía un momento de bloqueo. ¿El 30- S le dio un sacudón, permitió cambiar el escenario?
Ahora la Asamblea y el Ejecutivo deben trabajar con responsabilidad, hacer una comparación: antes y después del 30-S. El movimiento indígena mostró su oposición a la forma de llevar adelante las leyes. Antes, durante las crisis más profundas, han caído gobiernos sin derramar una gota de sangre. Pero en este gobierno de izquierda íbamos por un camino que significaba un muerto por cada ley y no podíamos seguir así. Estábamos a la expectativa de un posible veto al Código. Si ocurría, la Asamblea no tenía razón de ser…
¿La actuación de la Policía removió al país como no logró hacerlo la Conaie?
La muerte de Bosco Wisuma (en las protestas del 30 de septiembre del 2009 en Macas) no quedó en la impunidad. No es válido decir que los policías son el ícono sino que se rebasaron los límites de tolerancia de los diferentes sectores. No habríamos pensado jamás que un organismo que está a cargo de la seguridad y el control iba a mostrar su inconformidad con una ley de esa forma. Debemos reflexionar, porque no son unos cuantos dirigentes indígenas o los sindicalistas o la UNE…
¿Es suficiente para el Legislativo emitir una resolución de condena al 30-S y dejar el tema a la Fiscalía?
Aspiramos a tener un proceso transparente, sin tintes políticos ni persecución a quienes piensen diferente. Nos vemos agredidos por la posición contra el movimiento indígena y Pachakutik. Hemos pedido que se investiguen los correos electrónicos de supuestos periodistas que han acusado a la Conaie de recibir fondos de la CIA y de ser parte del supuesto golpe de Estado.