Betty Carrillo, presidenta de la Comisión Ocasional de Comunicación
Betty Carrillo no piensa dar marcha atrás. Su idea de que el Poder Ejecutivo tenga dos representantes en el Consejo de Comunicación se ha vuelto innegociable y ha estado a punto de generar una nueva ruptura en la Comisión Ocasional que ella preside.
Esta semana se esperaba la transmisión, desde una pantalla plana de TV, de los últimos capítulos de una telenovela que, por casi nueve meses, ha tenido a políticos y a periodistas pendientes de la Asamblea Nacional.
Pero Carrillo decidió alargar el culebrón dos semanas. No solo para garantizar unos días más de audiencia a los entretelones que se producen en la Comisión de Comunicación. Esta legisladora oficialista, alineada con el presidente Rafael Correa, quiere agregar mayor dramatismo y nuevas horas de suspenso al final de una ley que, a pesar de su prolongada discusión, todavía no se la conoce íntegramente.
Para el Gobierno, Betty Carrillo es la fiel guardiana de las tesis de la revolución ciudadana en su intento por controlar a la prensa privada. Sin embargo, la oposición y los medios de comunicación que se califican como independientes fácilmente la pueden catalogar como la villana de esta historia.
Muy a pesar del acuerdo legislativo que el titular de la Asamblea, Fernando Cordero, lideró el 17 de diciembre del año pasado, esta asambleísta no está dispuesta a permitir que el Ejecutivo pierda representación en el Consejo de Comunicación. Esta instancia será el brazo ejecutor del Sistema Nacional de Comunicación que pretende crear la nueva ley, encargada de controlar y sancionar el trabajo de la prensa.
Su férrea oposición motivó a que los legisladores de oposición, que integran la Comisión ocasional, declararan la alerta roja en el país y anticiparan la ruptura del acuerdo con Cordero.
Fue el martes pasado, un día antes de que la Comisión, tal y como se había planificado, votara, por capítulos, el proyecto de informe para que el presidente Cordero, tras recibirlo, lo sometiera a segundo y definitivo debate en el Pleno de la Asamblea.
Pero el miércoles Carrillo tomó dos decisiones. Dispuso que la prensa no cubriera, en directo, el desenlace de un debate que se suponía iba a marcar el futuro de la libertad de expresión.
Argumentó que los medios están pendientes de cualquier gesto de los comisionados para hacerlos públicos, por lo que lo mejor era que siguieran el culebrón desde una pantalla de televisión.
Carrillo, como la figura central del debate de la Ley de Medios, estaba allí, en primer plano, cuando dio paso a la moción de Rolando Panchana. Él pidió al Pleno de la Comisión que solicitara a Cordero una nueva prórroga de 15 días para presentar el informe definitivo a Cordero.
Las prórrogas han sido una constante en la gestión de la Presidenta de esta instancia ocasional. A tal punto que Cordero le pidió en marzo pasado enmendar la forma en que conduce la comisión, pues no era posible que el debate se siguiera postergando.
Esta vez, el titular de la Legislatura olvidó su ultimátum y aceptó de buen modo acceder a una nueva postergación del informe.
Alianza País prefirió ganar tiempo: la oposición comenzaba a acusar a Carrillo de romper el acuerdo político de diciembre al insistir en que el Ejecutivo tenga dos sillas en el futuro Consejo.
Pero no solo eso. El borrador, sobre el cual se suponía iba a girar el debate final sobre el informe, traía nuevas revelaciones que preocuparon a la opinión pública. La redistribución de las frecuencias de radio y televisión tenía un evidente carácter retroactivo. Es decir que los actuales propietarios de una estación determinada no podrían acceder a nuevos permisos del Estado si han tenido en su poder una frecuencia por más de 20 años.
Carrillo defendió otra tesis polémica del proyecto: que los medios privados tengan cobertura y alcance regionales antes que nacionales. Un evidente golpe bajo a los medios masivos.
Vicente Ordóñez, presidente de la Unión Nacional de Periodistas, dijo que este primer borrador constituía un globo de ensayo para medir la reacción de la opinión pública. Fue una lectura acertada, pues mientras el presidente Correa decía en Radio Quito, la mañana del martes, que el proyecto de Comunicación no era “fundamental” para su gobierno, Betty Carrillo ensayaba la idea de que el debate volviera a posponerse. Como si nueve meses no fueran suficiente, ella quiere seguir recopilando propuestas para alimentar una ley que no pierde su estigma controlador y sancionador.
El capítulo final de la telenovela está en plena construcción.
¿Quién es?
Betty Carrillo es asambleísta por Tungurahua. Su padre fue militante del MPD. Cobró fama política a raíz de que la Asamblea la escogió como la presidenta de la Comisión Ocasional de Comunicación.
¿Qué hizo?
Su tesis de que dos representantes del Ejecutivo formen parte del Consejo de Comunicación generó malestar en la oposición. Finalmente, Carrillo optó por pedir un nuevo plazo para entregar el informe.
¿Qué dijo?
Insistió en que haya delegados del Ejecutivo en el Consejo de Comunicación a fin de precautelar el cumplimiento de los derechos constitucionales y la aplicación de sanciones administrativas.