El fin de semana pasado, el vicepresidente boliviano, Álvaro García, anunció el alza de precios a los combustibles. La justificación de la medida fue que Bolivia no podía prolongar más un régimen de subsidios que alentaba el contrabando.
La situación en Bolivia es similar a la de Ecuador, pues ambos países subsidian los precios de la gasolina, diésel, gas, etc. También tienen vecinos donde los precios de los combustibles son mayores, lo cual fomenta la fuga de hidrocarburos por las fronteras.
En Ecuador, el Gobierno se ha abstenido de incrementar los precios de los combustibles para frenar el contrabando y focalizar los subsidios. A cambio, creó la Unidad de Delitos Energéticos e Hidrocarburíferos y puso en marcha el Plan de Soberanía Energética, cuyo objetivo es reducir el contrabando de combustibles hacia Perú y Colombia.
Además, anunció el cambio de matriz energética para que en el futuro los habitantes usen cocinas eléctricas y dejen el gas licuado de petróleo, que es subsidiado.
También está en marcha un plan piloto para usar gas natural en las industrias de Cuenca, principalmente en aquellas que fabrican cerámica. El gas natural del Golfo de Guayaquil o el importado desde Perú, a través de un gasoducto, están en los planes del Gobierno para sustituir el uso de derivados de petróleo.
Incluso se prevé fabricar aviones no tripulados en el país para controlar, entre otras cosas, el contrabando de combustibles.
Mientras tanto, la política de importar combustibles y venderlos internamente a precios subsidiados tiene un costo. Entre enero y octubre del presente año fue de USD 1 735 millones.
En Bolivia, en cambio, el Gobierno decidió ajustar los precios porque todas las medidas que ha tomado han resultado infructuosas para evitar la fuga de hidrocarburos hacia Perú, Chile y Brasil.
El vicepresidente García dijo: “No podemos mantener precios bajos aquí en Bolivia y en el extranjero altos, porque toda nuestra gasolina y diésel se van afuera como ríos. Hemos intentado protegernos del contrabando, hemos movilizado a las Fuerzas Armadas, hemos hecho todo pero es imposible”.
De ahí que el litro de diésel subió en 83%, la gasolina de bajo octanaje un 73% y la gasolina de alto octanaje 57%. Con eso el Gobierno boliviano prevé ahorrar unos USD 380 millones anuales.