Assange dijo a la prensa inglesa que sufría arritmia cardiaca e hipertensión. Foto: AFP
¿Paladín de la lucha por la libertad de expresión o un ídolo en desgracia? El siempre polémico Julián Assange atraviesa en Gran Bretaña uno de sus peores momentos.
El lunes 18 de agosto el campanazo de que algo malo ocurría con el australiano lo dio el canal Sky News. Un reporte del periodista Martin Brunt, que citaba fuentes cercanas al ‘hacker’ de Wikileaks, hablaba de que estaba muy enfermo a causa de su prolongado autoconfinamiento en la oscura habitación de
4 x 5 metros en la Embajada de Ecuador en Londres.
Sky había asegurado esa mañana que él iba a abandonar la Embajada por razones de salud. La víspera, The Mail on Sunday publicó un entrevista, en la cual Julián Assange contaba que más de dos años de encierro le han producido arritmia cardiaca, hipertensión y problemas en los pulmones.
Ante las versiones periodísticas, el australiano convocó una rueda de prensa el lunes a las 09:00, en la Embajada, junto con el canciller Ricardo Patiño. Llamaba la atención la ausencia del embajador Juan Falconi, quien, según fuentes cercanas a Wikileaks, mantiene una relación distante, muy incómoda con el polémico personaje.
Tras 20 minutos de espera, Assange repitió el libreto de la persecución en su contra y de las afectaciones a su salud, sobre todo por la falta de exposición a la luz solar. Y se limitó a señalar que saldría “pronto” de la Embajada, aunque no explicó cómo ni cuándo lo haría.
Las ambigüedades del australiano inmediatamente fueron recogidas en mordaces tuits de los reporteros que no dudaban en criticarlo. Para los canales de televisión y los medios escritos, la salida en falso de Assange fue bochornosa, parte de un show que pretendía mantener latente su caso, a toda costa.
Uno de los críticos más duros de Assange fue el escritor y analista del Times Hugo Rifkind, quien diseccionó su situación en la revista Spectator. “Assange es hoy un ermitaño barbado que vive el infierno de los caídos”. De manera recurrente –agrega Rifkind- él ha insistido en que tiene arresto domiciliario y que está cautivo sin un juicio. “Pero Assange no tiene un juicio porque él se niega a ir a Suecia. Está bajo arresto domiciliario solo porque él mismo se resiste a salir. Se ha vuelto una figura jocosa; su espectáculo es decadente”.
Con su última intervención, el ‘hacker’ minó su credibilidad, según coincidieron algunos analistas.
El Embajador ausente
Para tratar de recoger su punto de vista o el del embajador Falconi, el periodista de este Diario acudió a la Embajada de Ecuador en Londres, cuatro días después, el viernes 22 de agosto.
En las afueras de la dependencia diplomática solo se observaba a tres policías de Scotland Yard. No estaba uno solo de sus simpatizantes que antes solían hacer una especie de vigilia fervorosa con carteles, exigiendo su liberación.
Tras flanquear la puerta de ingreso al primer piso, que comparten las representaciones de Ecuador y Colombia, se llega a una antesala donde hay un recepcionista y un policía fornido y enorme como un oso polar.
Luego de un breve interrogatorio, el recepcionista inglés dice que Assange no está dando entrevistas, pero que intente ubicarlo por el intercomunicador. Activo el aparato y me identifico como reportero. La puerta de la Embajada se abre y tras de ella aparece un hombre joven barbado, de unos 28 años, de acento español, quien dice que el Embajador no se encuentra. Entonces pregunto por el primer secretario, Fidel Narváez. Espero un par de minutos en la sala principal de la Embajada y él aparece con un terno oscuro.
El encuentro es breve: Narváez se limita a decir que el embajador Falconi no se encuentra y desconoce cuándo irá por la Embajada, pues solo su asistente personal maneja su agenda. Sobre el ‘huésped’ comenta que está en buen estado y cualquier pedido de entrevista lo maneja su equipo de Wikileaks.
El gasto en Londres
En junio pasado, EL COMERCIO solicitó entrevistas por correo electrónico a Assange y Falconi, pero no obtuvo respuesta. Un mes antes -el 9 de mayo- también pidió información, apelando a la Ley de Acceso, al canciller Ricardo Patiño sobre los gastos en las adecuaciones para albergar a Assange, así como en su manutención diaria. Y tampoco obtuvo contestación.
Entonces, se inició una acción constitucional de acceso a la información Pública en el Juzgado Sexto de lo Civil de Pichincha, para que Cancillería cumpla su obligación de entregar los documentos solicitados, pues no tienen ninguna reserva.
Durante la audiencia de acceso a la información, el 28 de julio pasado, el abogado de la Cancillería, Ángel Herrera, sostuvo que se ha entregado al Juzgado la información requerida.
“Esperamos que (esta) no genere información mediática para perjudicar al Gobierno Nacional”.
Para la alimentación de Assange, el Gobierno gastó USD 5 773, el 2012; 5 504 el 2013, y 604 entre enero y mayo de este año. Es decir, que diariamente se gastan en alimentos y bebidas del ‘huésped’ unos USD 16 (10 libras esterlinas). “Estos gastos no son capricho del Estado ecuatoriano sino una obligación impuesta por la ley y las declaraciones universales de los DD.HH.”, recalcó Herrera, tras pedir que esa información sea declarada reservada.
En comparación con otras embajadas europeas –agregó- no existe un incremento en la Misión diplomática de Gran Bretaña. “Queda claro que el presupuesto asignado no ha variado (…). El arriendo de la Embajada es parte del gasto corriente”.
Efectivamente, los informes entregados con los presupuestos y gastos de otras ocho embajadas europeas solicitados por este medio tienen rubros promedio similares al de Gran Bretaña.
Sin embargo, según la información financiera remitida por Cancillería, a partir del 2012 (desde cuando Assange está asilado en la Embajada) el presupuesto global de la sede diplomática en Londres sí tuvo un incremento en relación al año anterior de USD 120 000 (ver gráfico).
Los rubros que más aumentaron fueron de edificios y residencias; espectáculos culturales, telecomunicaciones, eventos públicos y consultorías. Y el 2013 se pagaron USD 1 505 por servicios médicos hospitalarios, monto que no se incluye en los otros años.
Al archivar la causa, el juez sexto Jorge Miranda destacó la necesidad de que la información obtenida se utilice exclusivamente para fines informativos, pues de lo contrario puede ser “sensible a los intereses del Estado”.