Ivonne Baki habló de la importancia de la Embajada en Washington. Foto: Julio Estrella/EL COMERCIO
Desde 1998, Ivonne Juez de Baki trabajó con cuatro de los cinco gobiernos que han estado en el poder. Sin importar las diferencias ideológicas entre estos presidentes, ella supo ser una funcionaria clave en las administraciones de Jamil Mahuad, Gustavo Noboa, Lucio Gutiérrez y Rafael Correa.
Ahora, también jugará un papel diplomático en el gobierno de Lenín Moreno. Fue designada embajadora en Catar. La Cancillería pidió su beneplácito el 26 de junio y el nombramiento llegó el 6 de septiembre.
Pero no ha viajado aún para iniciar su misión. Tras el reciente fallecimiento de su esposo, Sami Abd-El-Baki, no ha podido presentar sus cartas credenciales y asumir el cargo. Tampoco tiene una fecha prevista para hacerlo.
La semana pasada quedó vacante la posición para el nuevo embajador en Washington. Esto después de que Alexis Mera, exsecretario Jurídico de la Presidencia, declinara su candidatura el 11 de octubre, argumentando motivos profesionales.
Pero justamente la semana previa, el mismo presidente Moreno había ya comentado que tenía una lista de nombres para reemplazarlo.
La canciller María Fernanda Espinosa anunció que le presentará una terna. Uno de los nombres que se analizan en Carondelet es precisamente el de Baki.
El Gobierno esperó durante más de tres meses la decisión de la administración de Donald Trump sobre el beneplácito de Mera. Pero prevaleció el silencio administrativo. Ahora, el presidente Moreno debe elegir un nuevo candidato.
Baki tiene el perfil para ocupar esa vacante y cuenta, además, con una ventaja: es amiga personal del magnate que ahora ocupa la Casa Blanca.
Pero su lista de contactos no termina ahí, tiene conexiones con varios políticos de alto nivel en Washington, desde los Clinton hasta miembros de la Cámara de Representantes, en el Congreso y Hollywood.
Ella ya ocupó la Embajada en Washington durante los gobiernos de Jamil Mahuad y Gustavo Noboa.
Y fue ahí que, en el 2000, conoció a Trump, cuando el magnate la invitó a un evento de caridad y la llevó en su jet privado, junto con su familia.
En ese entonces, hubo una emergencia por un derrame de petróleo en Galápagos. Esto dio paso a que ambos, Baki y Trump, crearan la fundación Galapagos Conservancy. Desde entonces, han mantenido el lazo de amistad.
Gracias a ello, en el 2004 se celebró el Miss Universo, que era de propiedad de Trump, en Quito. Y el 2016, en enero, fue invitada a la ceremonia de su posesión presidencial.
La diplomática estudió en Harvard y es una experta negociadora; participó en las conversaciones para el Tratado de Libre Comercio con EE.UU., la firma de la paz con Perú, la renovación del Acuerdo de Preferencias Arancelarias, la Iniciativa Yasuní ITT y en procesos de resolución de conflictos internacionales.
Ella acepta que la relación bilateral con Washington es fundamental, ya que es el principal socio comercial del país. Por lo que el próximo embajador jugará un papel clave.
“Para cualquier tema de negociación, uno tiene que tener primero la confianza”, advierte; caso contrario todo acuerdo será a corto plazo, y explica que eso es negativo para los inversionistas y
para el país.
Además, Baki mantiene una buena relación con Moreno y su familia, a quien respalda en su administración. Cuenta que el mismo Mandatario la propuso para que liderara la Iniciativa Yasuní ITT, el 2010.
Sobre un cambio en su destino diplomático, la Embajadora sostiene que “todo se puede si es que hay la decisión política del Presidente”. Pero sostiene que no se ha mencionado el tema.
Baki cuenta una infidencia: en el almuerzo presidencial, en la última Asamblea General de la ONU, en Nueva York, Trump le preguntó a Moreno por ella, su amiga.