Entrevista con Heinz Moeller, ex congresista durante 20 años, sobre el caso de Cléver Jiménez y la Asamblea
La historia legislativa de la democracia ecuatoriana ha sido compleja, pero ¿se llegó al extremo de suspender a un parlamentario como ocurre con Cléver Jiménez?
Lamento decir que, si bien la diferencia pareciera solo semántica al llamarse ahora Asamblea -y eso podría significar más poder que un Congreso Nacional- el hecho es que las cosas han variado radicalmente. Fui legislador durante 20 años y hasta participé en el último bicameral. Tengo la valentía y la franqueza de decir que ya no vivimos en democracia. Si queremos decir que vivimos en una democracia revolucionaria, socialista o como la quieran llamar, pero tiene como fundamento elegir a sus mandatarios.
¿Y eso ya no existe ahora?
Después de haberse elegido por voto popular a mandatarios y representantes, llámense estos presidentes de la República, legisladores, se trastocó el concepto mismo de la democracia hacia un sistema autárquico, de naturaleza rígida y violenta, que lesiona los conceptos fundamentales de la división de funciones del Estado como se debiera.
Pero Ecuador vivió muchos golpes de Estado legislativos antes de esta etapa…
Es cierto. Pero ojalá que la democracia que vive el país en estos tiempos estuviera sujeta a la Constitución de Montecristi. Mi pensamiento político nunca ha sido obsesivamente ideológico sino que he tendido a los consensos a partir de análisis y escuchar a quien no piensa como nosotros. Pero claro que se cometieron abusos y los congresos eran más escandalosos en su formalidad.
¿En qué aspecto era más escandaloso el Congreso anterior a Montecristi?
Había las broncas, es cierto. También hubo los tiroteos, ente otros incidentes que fueron duramente criticados por periodistas, caricaturistas y editorialistas. Pero el Congreso respetaba esas opiniones. Jamás se pensó en que un legislador electo por el pueblo debiera ser despojado de su inmunidad. No estoy haciendo un criterio de valor sobre la culpabilidad o no de Cléver Jiménez. Digo que se ha roto un concepto esencial de la democracia que es el de pedir la autorización al Congreso o Asamblea para juzgar a un legislador? ¿Recuerda algún caso así?
No. La única sanción que recuerdo, la tuve que imponer porque había que proteger la seriedad del Congreso. Un legislador llegó en estado etílico. Como Presidente dispuse a la Escolta Legislativa que lo retirara y lo llevara a la enfermería para que se cure de la enfermedad que momentáneamente lo afectaba. Pero hasta ahí llegó el tema. A nadie se le ocurrió juzgarlo o sancionarlo porque injuriaba a propios y extraños. Ahora ‘injuria’ es un término interpretable. Ahora, la presunción de inocencia ha sido sustituida por la presunción de culpabilidad. Eso es grave en cualquier estado de derecho. Y hago referencia a la Constitución de Montecristi para que no digan que hablo de constituciones pasadas. El ejemplo que están dando es funesto: un hombre dicta una orden y una gran mayoría del Congreso levanta la mano y rompe con cualquier idea de divergencia.
La destitución a Abdalá Bucaram tampoco fue muy constitucional…
Un legislador presentó la moción que lo consideraba mentalmente incapaz de gobernar un país. Se olvidó, y eso es lamentable, acompañarlo de un certificado médico que así lo demostrase. Pero el Parlamento ejecutó la voluntad popular. Sin duda hubo fallas en los procedimientos y eso lo sabemos muy bien. P ero no se puede comparar ni lejanamente con lo que está sucediendo.
¿No son comparables?
Se cometió efectivamente un error democrático, pero tenía la razón de ser de una expresión masiva de voluntad popular y no de un solo líder.
¿Eran clásicos los epítetos entre los legisladores, pero era causal de impedir que el legislador pudiera ejercer su labor como ocurre con Abdalá Bucaram hijo?
Jamás. A pesar de los enfrentamientos que podían ser duros, nunca se llegó a ese nivel. Y con lo del diputado que mencioné antes, solamente tuve que suspender la sesión.
Hoja de vida.
Fue presidente del Congreso en dos ocasiones y canciller de Gustavo Noboa. Fue parte de la Coalición Institucional Democrática (CID) y del Partido Social Cristiano.