La influencia del Chavo en la política ecuatoriana

Quien dijera que el humor hay que tomar muy en serio, seguramente no se imaginaba las dimensiones de seriedad que tendría Roberto Gómez, Chespirito. Ya para nadie es desconocido que logró algo que pocos pueden: sus frases han sido inmortalizados y de uso casi cotidiano en toda la lengua castellana.

El que Chespirito y sus programas hayan sido objeto de debate a propósito de su muerte no debe sorprendernos. Era algo que se decía cuando rodaba su programa. Había padres que, algunos de izquierda o intelectuales, prohibían a sus hijos verlo porque había violencia, abandono de hogar, familias incompletas, etc. Por eso, no debería sorprender que personas como Rossana Alvarado, vicepresidenta de la Asamblea Nacional, dijera que no todo lo del Chavo era humor, que nadie puede reírse del maltrato a un niño.

Pero lo que nadie podrá negar a Chespirito –y quizá ahí esté el mayor valor para los ecuatorianos- es su invaluable aporte a la política nacional. Un día, un presidente, Gustavo Noboa Bejarano, dijo “se me chispoteó”.

Fue una sorpresa. Nadie podía imaginar que un primer mandatario recurriera al Chavo para explicar uno de sus gazapos. Menos graciosa sería la situación del 30 de septiembre del 2010. El Presidente dijo por teléfono durante una comunicación con la radio pública que prefería “estar muerto antes que perder la vida”. La frase no es original suya. Jugando a la guerra lo dijo el Chavo: “primero muerto antes que perder la vida”.

Luego de ese incidente en tan triste día para la democracia, como el humor es muy serio, alguien dijo que a Chespirito habría que darle algún doctorado Honoris Causa por su invaluable aporte al léxico político ecuatoriano. Y ya lo dijo el Mandatario: “hasta la victoria siempre, Chespirito”. Pero todos saben que Gómez Bolaños no era de izquierda, ni de cerca. ​

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