Una infamia de colección

Que el fiscal general Galo Chiriboga no haya hecho nada para impedir que Pedro Delgado se volara del país luego de haber confesado su delito (la falsificación de su título de Economista) es una infamia. Sobre todo porque puso como pretexto, para no haber hecho el trabajo que le obliga la ley, una soberbia leguleyada. Según esta, Chiriboga no podía hacer nada si el demandante no había reconocido firma y rúbrica. Como si el propio Delgado no hubiera confesado el delito...

Pero sí hay algo que merece más que nada estar en la galería de las grandes infamias es el hecho de que el mismísimo Presidente de la República no haya alertado el viaje de Delgado a las autoridades, a sabiendas que lo iba a hacer, como lo reveló el jueves durante su encuentro con periodistas en Guayaquil.

Correa justificó el viaje alegando que estaba “planificado” porque Delgado tenía que asistir al matrimonio de su hijo mayor en Miami. “Creo que es información (lo del matrimonio del hijo) importante para no descontextualizar y dar una impresión equivocada de lo que está ocurriendo”, le dijo Correa al periodista de El Telégrafo, en referencia al supuesto motivo del viaje de Delgado al que calificó, casi con cariño, como “circunstancia familiar”. “Sí, pero no digas de esa forma porque se entiende que después de reconocer su error y asumirlo huyó del país”, dijo Correa al reportero, en tono de reproche, por haber pronunciado la palabra “huyó” en su pregunta.

Si la inacción de Chiriboga fue una infamia, más grande fue la de Correa al haberse guardado el dato del viaje.

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