Augusto Barrera.
Su experiencia. Es Alcalde de Quito desde agosto del 2009. Llegó con el apoyo de Alianza País. Fue concejal durante la administración de Paco Moncayo. Estuvo ligado al Movimiento Indígena.
Su punto de vista. Asegura que promueve una política que tiene que ver con la concertación y el diálogo, sobre la base de la autoestima. Además, que está haciendo un esfuerzo para concertar.
El Concejo se dejó influenciar por la cadena sabatina del 5 de mayo, en la cual el presidente Rafael Correa dijo que el nuevo aeropuerto debía llamarse Mariscal Sucre, contraviniendo su deseo de abrir el concurso ciudadano para elegir el nombre. Luego hubo voces que dijeron que faltaba liderazgo en la ciudad. ¿Falta liderazgo?
Esta ciudad tiene un punto de inflexión terrible en su historia. Se llama feriado bancario y Jamil Mahuad. Más allá del signo ideológico de lo que fue la Democracia Popular, aquí se construyó muy sólidamente un liderazgo regional que se expresó en Mahuad y en Roque Sevilla, y se evidenció en la hegemonía de la región y que se pulverizó. Por eso, no hemos tenido presidentes quiteños en los últimos años y una condición subordinada como región.
¿Paco Moncayo no fue el líder de la ciudad por 10 años?
No lo creo. Cumplió un papel importante en la ausencia de esa hegemonía.
¿Por qué no lo hizo?
Hay varias razones que no las quiero profundizar, pero había una crisis institucional. Por el bien del país hay que consolidar un liderazgo quiteño: político, empresarial, intelectual, de organización popular. Esta Alcaldía está haciendo ese esfuerzo con el interés de concentrar a todos estos sectores.
¿Es su apuesta?
Mi política es, en realidad, la concertación y el diálogo, sobre la base de un ambiente de mayor autoestima y fortaleza como región, porque me preocupa que eso no se dé a cuenta de que esta es una ciudad crítica.
Y política…
Sí, pero nunca de apologistas de la amargura, de la sociedad del todos contra todos. Es muy probable que yo tenga un mayor nivel de participación en discusiones vinculadas al Gobierno, pero la absoluta independencia de mi gestión en la Alcaldía no está en discusión. Yo soy Alcalde porque votó la ciudad por mí y porque gané una elección primaria en Alianza País. No estoy en política tres meses, sino 30 años.
Precisamente, el mensaje del Presidente en esa sabatina va en contra de lo que usted defiende: que Quito tenga un liderazgo regional.
La forma (en la que Correa se pronunció) fue poco feliz y desatinada, pero démosle una dimensión adecuada a esto.
Alcalde, el problema está en que la gente que es parte de Alianza País minimiza y justifica las actitudes autoritarias del presidente Correa. ¿Por qué si él cuestiona los exhortos legislativos tiene que opinar en un asunto del Municipio?
Las transformaciones que está viviendo el país necesitan de la fuerza de un proyecto. Una sociedad que vive en el conflicto, en las particularidades, en la anomia no camina. Ese proceso requiere consolidar ámbitos institucionales y liderazgos plurales.
¿Cómo?
Es fundamental consolidar el liderazgo quiteño, pero no estoy de acuerdo con resucitar a la vieja partidocracia. Con el respeto que me merece Roque Sevilla, no creo que él sea la persona que me deba dar lecciones de liderazgo. Cuando hubo el feriado bancario, él fue Alcalde de Quito. Si comparamos la discusión por el nombre del aeropuerto con el saqueo que sufrimos todos, creo que ese debió ser el momento para demostrar su liderazgo.
¿Por qué cuestionan a la partidocracia y recurren a sus figuras como Sevilla, Yolanda Kakabadse, Ivonne Baki, Nathalie Cely, que fueron del equipo de Mahuad y han colaborado con Correa? Usted trabaja con Rosario Utreras, en Quito Honesto, quien fue concejala de la Democracia Popular en las alcaldías de ese partido…
No es un problema de personas. En el plano personal no tengo nada contra ellas. Sí me ha sorprendido la actitud de Roque. Por lo menos, asumamos esa reflexión, porque el liderazgo de Mahuad y de la ciudad se trituró cuando ejecutó la política de los banqueros, sobre todo, guayaquileños. Es fatal enfrascarnos en estas ‘peleítas’ que no le hacen bien a una ciudad que está en una fase fértil de construcción social.
¿Cuánto pesa la figura del Presidente en la construcción de este proyecto fértil?
Tiene un peso fundamental.
¿Así él llegue a opacarlo?
Estoy claro en lo que me debo y que tengo un estilo.
¿La figura de Correa, por su peso nacional, podría captar el liderazgo que usted reclama para Quito como región?
El líder de la ciudad es el Alcalde y el Presidente es el líder del país. Cada uno tiene roles, matices, dinámicas, estilos y discrepancias propias.
¿Ha hablado con Correa desde esa sabatina?
Lo hice dos o tres días después.
¿Qué le dijo usted frente a ese desaguisado?
Eso, que no me parecía.
¿Y qué le respondió él?
Que de ninguna manera había una intención en ese sentido.
El siguiente sábado Correa pudo haberse disculpado y eso no ocurrió.
Yo fui el sábado a ese enlace, normalmente no suelo ir.
¿Piensa en asistir nuevamente a uno de ellos?
No sé si volveré a ir. Los sábados tengo muchas cosas que hacer. Yo fui al del 5 de mayo por la expectativa que tengo en la construcción del hospital de Carapungo, que hemos esperado mucho tiempo. Allí, yo tengo reparos a la gestión de Caroline Chang, que puso la primera piedra pero no la segunda. Hasta ese momento no entendí la magnitud que le dieron a este tema del aeropuerto. Pero nuestra expectativa era ver el avance de esa obra. La gente que estaba allí trabaja de cerca con la Municipalidad.
Esa gente silbaba en apoyo de Correa…
Sí, me pareció inapropiado. Pero insisto en que todas las voces, por más importantes que sean, deben someterse a un procedimiento general. La única manera de consolidar este proyecto de cambio es con más democracia, dejando de lado la confrontación. Ese liderazgo en una ciudad con energía es mi obsesión.
¿No le parece que el Gobierno es el primero que confronta en todos los temas y todos los ámbitos?
Ese es un lado del tema, pero el otro es saber qué construimos y lo que hemos logrado como ciudad. El financiamiento del metro, por parte del Gobierno, no es cualquier puchuela. Además, lo está haciendo sin condiciones.
¿Y no le molesta que casi todos los sábados diga que él es el que da la plata, como si estuviera marcando territorio?
No lo creo.
¿No será mejor ser Alcalde de oposición para reclamar por recursos y por los errores del Gobierno?
Esta ciudad necesita de proyectos grandes en infraestructura, con un financiamiento mayor a USD 3 000 millones. Mucho de eso depende de una adecuada relación con el Gobierno y debemos ver todo lo que ganamos como ciudad con ello.
¿Ve mucha polarización en el país?
Creo que hay que bajar el tono y eso debe venir de todos los lados. Es el momento de América Latina y sería malo que como país nos bloqueemos por cuestiones internas y sin importancia.
¿De la construcción del metro dependerá su reelección?
Aún faltan dos años de gestión. Las encuestas son favorables y esta semana me entregaron los estudios de ingeniería en detalle.
¿Qué otro líder político ve en la ciudad?
No alcanzo a definirlos. Pero sí se expresa ya un nuevo liderazgo empresarial, particularmente desde la Cámara de Industriales.
Otro tema que, en las últimas semanas, ha circulado mucho en la opinión pública es el del aeropuerto. ¿Se va a inaugurar en octubre, pese a la preocupación por la falta de la vía directa?
El aeropuerto va a estar estructurado con cuatro vías, dos de ellas repotenciadas. La demanda de tráfico del aeropuerto es de 5 000 carros al día, la mitad camiones de carga que no entrará a la ciudad y usará la E35. Por la vía del Chiche no va a pasar ningún camión. Además, estamos interviniendo la Interoceánica, con eso se va a mejorar el tráfico. También hay que cambiar una mala costumbre: ahora como el aeropuerto está a 15 minutos, vamos a esperar allí a la abuelita.
¿Con el nuevo aeropuerto habrá que esperar a la abuelita en la casa?
Son los cambios que se darán porque estamos mal acostumbrados. Si no, es inviable.
¿Le preocupa que Correa inaugure la terminal de carga de Latacunga?
Para el país es bueno que haya desarrollo en las regiones. No sé si ese camino sea el adecuado en este aspecto. Pero se han dado otras señales importantes. La Base Aérea estará en Tababela, que es un signo de presencia evidente, así como el compromiso de asumir la construcción de la vía Collas-Aeropuerto, con una inversión de USD 100 millones y se han solucionado otros temas como el aduanero. Hasta la discusión de los vientos ya está superada.
Es decir, solo falta el nombre del aeropuerto…
Qué bueno que el problema solo sea el nombre.
La semana que terminó fue complicada para el Municipio, por un problema que ya no es nuevo para la ciudad: el caos vehicular. Esta vez, la causa fue la operación del nuevo corredor de buses. ¿No le parece que ya es hora de proponer una reingeniería para el tránsito?
La decisión de iniciar la operación del Corredor es una decisión correcta, que lamentablemente no se tomó a tiempo. Todos los barrios de la zona sur occidental tenían serios problemas de transporte. Lo que vivimos el lunes fue una muestra de una demanda escondida en ese sector. Lo que teníamos es un sistema malo, que además se sustentaba en el contraflujo. Un bus que iba del sur, para volver con contraflujo se demoraba tres horas, en la práctica no volvía. La segunda realidad, una infraestructura que se terminó de construir en el 2008 y no se utilizaba. Ya estamos pagando los créditos que se solicitaron para levantar esa obra.
¿Era conveniente poner a operar un corredor que tiene 10 fallas técnicas?
En la ciudad no hay ninguna carrera en Ingeniería de Transporte. Realmente, personas formadas en esa área hay poquísimas. Pudimos haber dicho no pasa nada. Cumplimos tres requisitos antes de la decisión: terminar de arreglar la vía (túneles) en los últimos meses de la pasada administración se suspendió, me imagino por cálculo político; gestión y normas mínimas de funcionamiento. En 10 ó 12 días tendremos superados los problemas.
Una fila de buses en el Corredor da la sensación de que hay muchas unidades. ¿Por qué no se transparenta la relación Municipio-transportistas?
Hemos sacado buses y están reprogramados en otro tipo de servicios, rutas a los barrios, por ejemplo. Hay que cambiar de modelo, el de este Corredor es de caja común y recaudo único, eso es lo más difícil en la negociación. Hay una visión artesanal de la administración de cada bus. Ahora se propone una forma empresarial. Hemos tomado una decisión muy dura, con la Ordenanza, nosotros ponemos las rutas y la organización de compañías implica la capitalización de los buses.
¿El tema del tránsito va más allá de negociar con los transportistas y de tener controles eficientes?
La solución es hacer un túnel y ese túnel se llama metro. Construir la terminal en La Magdalena es vital. Limitación y regulación de autos privados es clave, hay que avanzar en esos temas. Hay problema de capacidad vial.