Grace Jaramillo: ‘El discurso soberanista terminó costándonos más’

Grace Jaramillo. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO

Grace Jaramillo. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO

Grace Jaramillo. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO

Entrevista a Grace Jaramillo, politóloga e internacionalista.

¿Cómo entender el cambio de las relaciones con Estados Unidos?

El Gobierno de Lenín Moreno tiene dos urgencias. Necesita renacer en lo político, en lo comercial, en lo social y ahora en el tema de seguridad. No lo puede hacer peleándose con la mayor potencia del mundo. Todos los indicadores con EE.UU. son decrecientes en los 10 años con Rafael Correa. La cooperación de USD 67 millones al año en el 2006 pasó a 0 en el 2014. Las exportaciones no petroleras decayeron dramáticamente. Y sin cooperación en materia de inteligencia es muy difícil detener la violencia del terrorismo y el narcotráfico.

Para muchos, la visita del vicepresidente Mike Pence fue una reversión de la soberanía.

El discurso soberanista, en la práctica, terminó costándonos mucho más. En todos los temas que dijimos ser soberanos, el remedio llegó a ser peor que la enfermedad. Rechazamos las preferencias arancelarias, el TLC. Sin embargo, estuvimos pagando por un ‘lobby’ estos 10 años -cerca de USD 10 millones- para mantener la imagen del país en el exterior, cuando eso pudo ser gratis. Y terminamos hipotecando la soberanía reivindicándola contra EE.UU. y entregándosela en créditos y futuras condiciones de contratación a China, primero, y luego a una sola persona: Julián Assange.

¿La soberanía en manos de Assange?

Él determinó mucho de nuestras políticas. No sabemos lo que pasaría con Ecuador si ganaban los demócratas, que veían a Ecuador como una herramienta de Assange.

¿En qué favoreció la victoria de los republicanos?

Es fascinante cómo Ecuador hizo todo esto. Al hipotecar la soberanía en manos de Julián Assange, este se dedicó a hacer alianzas estratégicas con Vladimir Putin para seguir ‘hackeando’ y seguir con su negocio de, supuestamente, transparentar la información. Pero en ese camino, él llegó a influir y tergiversar las elecciones a favor de Donald Trump. Fuimos el elemento coadyuvante. Los demócratas creen que al albergar a Assange, le dábamos carta blanca para que hiciera todo el proceso de ‘hackeo’. No es casual que Mike Pence, del Partido Republicano, y Donald Trump estén muy interesados en el Ecuador. Assange es admirado entre los ‘trumpistas’.

¿Cuán efectiva será la participación de Estados Unidos en la seguridad?

Colombia, Ecuador y Perú quisieran tener absoluta autonomía sobre lo que se hace en materia de seguridad, tener su propia inteligencia. Pero los avances de tecnología y los niveles de comunicación hacen imposible que sea una realidad con poco presupuesto. Colombia habría tenido que invertir grandes cantidades del PIB y también Ecuador.

EE.UU. ofrece ayuda a Ecuador, pero pide acciones contra Venezuela.

EE.UU. concibe seguridad y narcotráfico como una misma cosa: el narcoterrorismo. Defenderse de él es un tema en el que coincide Ecuador, además de la necesidad de establecer protocolos de cooperación tanto tecnológica como financiera para adelantar nuestras fuerzas militares y policiales en esa lucha. En lo que no coin­cidían es que a EE.UU. no le gustaba la posición ecuatoriana sobre Venezuela.

¿Qué es lo que quiere definitivamente EE.UU.?

Lo que quiere EE.UU. es los votos que le faltan en la OEA para castigar a Venezuela y uno de los votos que puede ser cambiado es de Ecuador. O por lo menos que no detenga el proceso con las abstenciones.

¿Hay posibilidades de un TLC con EE.UU.?

Hay mucha candidez de lado y lado. No va a haber TLC en el mediano ni corto plazo con EEUU. La política de Trump es muy mercantilista.

La ganancia electoral de su Gobierno es rechazar de un tajo todos los tratados que ha hecho. Y hacer lo contrario con un país pequeño sienta un precedente terrible. Es ingenuo pensar en eso. Siendo pragmáticos, apenas alcanzaremos una posición defensiva de lo logrado en preferencias arancelarias.

Al no ser una prioridad comercial, ¿qué debería hacer el país?

Hay que entender que Ecuador es un país pequeño cuya presencia en el paquete consumidor de EE.UU. es apenas del 0,0010%, siendo optimista. Para entrar como prioridad política de EE.UU. debe unírsele. Al habernos autoeliminado de cualquier otro acuerdo, como la Alianza del Pacífico.

Simplemente no estamos. Los acuerdos de libre comercio generan confianza para ser usados.

¿Qué cosas están pendientes por resolver en materia internacional tanto en lo político como en lo comercial?

La lección de estos 10 años y la oportunidad con el nuevo Canciller es transparentar la política internacional. Lo primero es generar un consenso sobre una política de Estado y ya no de Gobierno. Una política exterior generada solamente desde el Presidente es un error. Ninguna democracia lo hace. Los presidentes y cancilleres tienen que medir las necesidades y las aspiraciones del pueblo en política exterior.

Siempre se ha dicho que Ecuador no tiene política exterior de Estado.
Pero en los últimos 10 años la política la definía el Presidente. La puede definir en última instancia pero no puede ser una política del Presidente de la República. Debemos dejar de hacer marketing exterior.

¿Qué sería lo primero por hacer para transparentar la diplomacia?

Lo primero es el cuerpo diplomático. Es importantísimo para un país pequeño que sea profesional y de buena reputación. La diplomacia se pensó desde el siglo XV como el brazo político de las FF.AA. Es un legado institucional que se debe tener presente. Es seguir la guerra por medios pacíficos. Es el concepto weberiano de consolidación del poder del Estado en las FF.AA. y la diplomacia.

Aquí no se desarmó el primero, pero sí el segundo casi completamente y a todo nivel, sobre todo el consular. Si no tenemos un servicio consular profesional, ¿cómo vamos a ayudar a los migrantes, sobre todo ahora, en EE.UU.?

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