¿Es posible que la unidad de los movimientos indígenas no sea coyuntural? La unidad es uno de los pocos elementos positivos de esta guerra por el agua. No habíamos logrado unidad y movilización conjunta entre las tres organizaciones representativas. No implica uniformidad.
El asambleísta Marco Murillo (de la Feine) señaló que desde el inicio de la lucha por el agua se vio que las organizaciones tenían diferentes agendas…
Al interior hay agendas políticas claramente diferenciadas. Entre ellas la plurinacionalidad, que plantea la Conaie; y la interculturalidad, que es la visión de la Fenocin y la Feine.
¿Qué plantea la Conaie a través del modelo de estado plurinacional?
Para la Conaie, la relación que deben tener el Estado y los pueblos indígenas está marcada por instituciones solamente para población indígena, como el Codenpe la Dirección Nacional de Educación Bilingue. Buscan reconocer a las 14 nacionalidades y darles sus espacios.
¿Cuál es la diferencia con el estado intercultural?
Desde 1990 al 2000, el movimiento indígena buscó focalizar las diferencias, hay 14 idiomas, diversas etnias… Creemos que hay que dar un salto y construir la unidad en esa diversidad, superar esa visión. Queremos una relación transversal con el Estado, nos oponemos a tener instancias específicas.
¿Qué problemas les ha traído esa idea diferente?
La principal causa de división de las organizaciones responde a esa lógica. No disputamos el modelo de desarrollo sino esas instituciones y las broncas han sido por el control de ellas. Me preocupa que al decirle al Gobierno que construyamos un estado intercultural nos responde: ‘trabajemos con el Ministerio de pueblos indígenas’.
¿Les molesta que, dentro de esta unidad, la Conaie y Pachakutik adquieran protagonismo?
Arrastramos una desconfianza fuerte. Me preocupa que en las reuniones acordamos que la lucha sea por la Ley de Aguas, que no incluiríamos una posición que lleve a desestabilizar al Régimen, de sacar a (Rafael) Correa y a Marlon (Santi, titular de la Conaie) en Cuenca se lanzó y dijo que la movilización es para sacar al presidente. Incluso Delfín Tenesaca (Ecuarunari) dijo que no es así después.
Auki Tituaña dijo en Teleamazonas que si gana las elecciones de la Conaie hará oposición al Gobierno.
Hay que desenmascarar a líderes indígenas de derecha, uno es Auki. Tiene fotos con Fidel, estudió en Cuba, pero su práctica en la Alcaldía de Cotacachi fue de un modelo de gestión mixta, como el proceso guayaquileño. Llevar a las fiestas de Cotacachi a Nebot le costó la reelección. La Fenocin criticó el acercamiento de la Conaie con la Junta Cívica de Guayaquil porque eso deslegitima.
A ustedes y a Pedro de la Cruz, en cambio, se les acusa de correístas…
Creo que arrastramos un estigma por la alianza que fue más programática que de apoyo electoral y la evaluamos.
¿Cuál es su mirada del gobierno de Rafael Correa?
Este Gobierno confunde representar con suplantar. El Gobierno nos representa porque electoralmente lo resolvimos así. Pero suplantar es decir que las organizaciones dejemos de ser autónomas y críticas. Se ha empezado a gobernar desde arriba y a lo lejos, por más buena intención, eso no es bueno. Se ha minimizado la democracia con lo ciudadano y electoral. Es importante el retorno del Estado, pero no un control del Estado sobre lo público sino de lo público sobre el Estado.
¿En qué fallan?
Hay visiones estadocéntricas y esto se ve en las leyes, por ejemplo, al hablar de la Autoridad Única del Agua. Hay que superar el debate de cuántos la integran y plantearse el tema de la participación. No puede quedar todo en una visión del Estado, las organizaciones y la sociedad civil tenemos voz también.