La asambleísta Gabriela Pazmiño dedica 32 horas entre semana a la preparación de sus programas ‘La guerra de los sexos’ y ‘Mega Match’, franquicias venezolanas que se transmiten a través del canal incautado TC Televisión.
Los fines de semana, eventualmente, tiene contratos para animar eventos. Cuando está libre pasa en familia, recorre los suburbios de Guayaquil con su esposo ‘Dalo’ Buracam o debate con los militantes del Partido Roldosista Ecuatoriano (PRE) los proyectos que prevén presentar en al Legislativo.
En el primer año de la Asamblea Nacional, Pazmiño no tuvo ninguna intervención en el Pleno. De las 55 sesiones estuvo presente en apenas 13. Es la legisladora con menor número de asistencias. “No me estoy rascando el ombligo, estoy trabajando. Ser asambleísta no es solamente ir a sentarse en la Asamblea, estamos trabajando en abrir una fundación”, contesta Pazmiño, visiblemente molesta.
El viernes pasado llegó al canal a las 10:30 para grabar el capítulo de ‘La guerra de los sexos’, que se transmitirá el domingo 12 de septiembre. Le esperaba una jornada de ocho horas, su rutina de lunes a viernes. Accedió a conversar con la condición de que no se tocara el tema de la Asamblea. El canal le tiene prohibido hablar de su rol de asambleísta con los medios. Pero luego de unos minutos la coyuntura fue inevitable. “Me molesta que hablen sin argumento. Como partido estamos dando la oportunidad para que toda la franja del PRE viva la experiencia de la Asamblea”, dijo en referencia a sus compañeros que buscaron una curul sin éxito.
En las elecciones del 2009, el PRE consiguió tres puestos: Bucaram como asambleísta nacional, Pazmiño, por el Guayas, y Saruca Rodríguez, por Manabí.
Pazmiño llegó a la diputación en el 2007, de la mano de su pareja –ahora esposo– ‘Dalo’ Buracam, hijo del líder del PRE y ex presidente de la República.
Junto a la presentadora de televisión renovaron la imagen de la agrupación, bajo el eslogan de ‘La nueva era’. En la campaña del 2006, Pazmiño fue la atracción en los recorridos por su cercanía a la gente. Empezó a trabajar en la televisión a los 15 años. Pero se consagró en el programa concurso ‘A todo dar’, al cual renunció para incursionar en la política.
En su primera participación en el Legislativo no estuvo entre los 57 diputados expulsados. Siete meses experimentó como legisladora hasta que el Congreso cesó para dar paso a la Constituyente. Su suegro, Abdalá Bucaram, dice que vieron en ella el perfil de una política honrada, que sabe administrar su tiempo y que ama a su pueblo.
“Desgraciadamente ahora tiene que ejercer funciones de madre, empresaria, presentadora y política, pero las mujeres tienen esas condiciones”.La legisladora le dio tres nietos a la familia Bucaram Pulley: Dalia (5 años), María Gabriela (4) y Dalito (2). Los niños asisten en las mañanas al jardín y por las tardes pasan en casa de las abuelas o con su mamá en el canal.
“Su vida es la televisión”, reconoce su esposo. Nueve años consecutivos, la asambleísta ha recibido el premio a la mejor animadora de programa concurso.
‘Dalo’ se siente orgulloso por ello y justifica la baja participación de Pazmiño en la Asamblea. Dice que en debates especializados es más conveniente que participe un militante que maneje el tema. Aclara que la actividad de su esposa no es incompatible con la labor legislativa.
El artículo 127 de la Constitución prohíbe a los asambleístas “desempeñar otra función pública o privada incompatibles con su cargo”. Y la Ley Orgánica de la Función Legislativa no contempla la pérdida de la curul por inasistencias. Para Bucaram existen dos clases de políticos: el que se entromete en el debate político nacional y el que se dedica al servicio social. En este último encasilla a su esposa.