Ninguna información, por más relevante que fuera, puede poner en riesgo la seguridad de las personas que proporcionan datos sobre temas de interés público.
Bajo esta premisa, que es una parte medular de las normas éticas periodísticas, una enviada de EL COMERCIO recibió en Londres, Inglaterra, de un representante de Wikileaks, 1 334 cables (secretos, reservados y desclasificados), enviados entre el 2004 y el 2010 desde Quito, al Departamento de Estado. Fue el 2 de abril del 2011.
Antes de recibir los documentos digitales en una flash memory, la enviada de este Diario firmó con Wikileaks un acuerdo que normaba el uso de la información y los tiempos para publicarla. Uno de los principales compromisos consignados por escrito en ese documento fue proteger la identidad de los informantes de nivel medio de la Embajada de los EE.UU., así como de las personas que se entrevistaron con los diplomáticos y que podían sufrir retaliaciones. No así la identidad de los funcionarios públicos, que mantuvieron reuniones con representantes de la Embajada.
Por esos días estaba fresca la noticia de cuando Wikileaks entregó (en noviembre del 2010) esos cables a los periódicos considerados más influyentes del mundo: The Guardian, de Inglaterra; El País, de España; Der Spiegel, de Alemania; el New York Times, de EE.UU.,y Le Monde, de Francia. Lo hizo siguiendo los mismos parámetros de confidencialidad de la identidad de las fuentes.
Los siguientes días, las notas divulgadas que recogían parte de los 250 000 cables secretos, entregados por un soldado estadounidense, que fue enjuiciado por traición a la patria, representó un golpe letal a la diplomacia de EE.UU.
Luego del episodio con los cinco grandes diarios, Wikileaks había entregado cables a periódicos de otros países, básicamente a los considerados de referencia en América Latina. En el caso ecuatoriano los elegidos fueron El Universo (que recibió algo más de 300 cables) y EL COMERCIO.
Paralelamente, este Diario gestionó una entrevista con Assange (se publicó en la edición del 1 de mayo), que accedió a contestarla semanas después, vía correo electrónico, siguiendo los acostumbrados códigos secretos de su organización.
Durante tres meses, un equipo de este medio se dedicó a leer y a clasificar miles de documentos por temas y jerarquizar los cables que consideró de interés público, divulgados sobre los gobiernos de Lucio Gutiérrez, Alfredo Palacio y Rafael Correa. Así se buscó brindar una panorámica que demostrara cuál era la visión de EE.UU. sobre estas administraciones. Todos los cables están colgados en el portal web de este Diario
En total, fueron publicados 23 informes que se contrastaron con otras fuentes, sobre todo con los personajes públicos señalados, para que puedan exponer su versión. Las notas se difundieron en las ediciones dominicales, entre el 27 de abril y el 14 de agosto del 2011.
Las filtraciones
Wikileaks es una página web en la que se publican documentos filtrados. Se convirtió en centro de la atención mundial cuando liberó miles de mensajes confidenciales del Gobierno de los EE.UU. sobre las guerras de Iraq y Afganistán y sobre la conducta de la diplomacia estadounidense.
La organización se fundó en el 2006 por Julian Assange, un activista y periodista australiano, junto con grupos de coidearios y de expertos en computación. La fama de este grupo comenzó con la publicación de un explosivo material tan diverso como la contaminación en África, informes secretos vinculados a la base de Guantánamo.