Orlando Pérez, editor de diario El Telégrafo (izq.); Luis Molina, director de la carrera de Comunicación Social de la U. Central; y Gustavo Abad, docente. Foto: Paúl Rivas / EL COMERCIO
Un foro sobre las reformas a la Ley de Comunicación se realizó la tarde de este lunes, 7 de marzo del 2016, en la Universidad Central del Ecuador, en Quito.
En el encuentro participaron Orlando Pérez, editor de diario El Telégrafo, Luis Molina, director de la carrera de Comunicación de la Universidad Central del Ecuador (como moderador) y Gustavo Abad, docente de la misma carrera y de la Universidad Andina Simón Bolívar.
En el encuentro hubo discrepancias entre los panelistas que se desviaron del tema propuesto. Pérez criticó la universidad en la que Abad obtuvo una maestría y ahora es docente y a su anterior rector, Enrique Ayala Mora. Abad, en cambio, dijo que le es difícil compartir espacios como este con Pérez, pues él siempre termina “lanzando la pelota al córner”. Pérez lo interrumpió para decirle que, en realidad, el patea para hacer gol.
Luego, Abad le preguntó a Pérez cómo alguien que vino de la lucha subversiva como él, como miembro de Alfaro Vive Carajo, podía avalar la represión contra manifestantes estudiantiles. “Yo soy terrorista” respondió, y agregó que salió a reclamar por el caso de los 10 de Luluncoto. “Me la jugué y cuando se lucha es para conseguir algo (…) Y me la seguiré jugando por los jóvenes que luchan para conseguir el poder político y cambiar las cosas”.
Antes del espacio para las réplicas, el primero en hablar fue Pérez, quien dedicó los 15 minutos que le otorgaron para exponer cómo se construyó la Ley Orgánica de Comunicación, la falta de financiamiento privado para los medios comunitarios y el trabajo de diario El Telégrafo, que él considera que es un medio público, aunque admite que críticos lo han llamado un medio gubernamental.
Contó que hoy pudo llegar a este encuentro para hablar sobre la ley porque delegó a tres mujeres para dirigir la edición del Día Internacional de la Mujer, como hace unos meses lo hizo con estudiantes universitarios de periodismo.
Además mencionó que la Ley puede mejorarse pero que tiene logros como la mejora de los salarios a los profesionales de la comunicación o la acreditación a fotógrafos y camarógrafos en el Secap.
Agregó que es importante revisar el uso de las frecuencias y revisar la forma en que se realiza la investigación periodística en el país.
Y contó que en su momento planteó que el linchamiento mediático era una figura que no se podía sostener y aun considera que su aplicación puede generar confusión.
Abad, en cambio, dijo que lo técnico-jurídico de la comunicación se resuelve en documentos y que por eso prefería hablar de lo político y cultural. Considera que reforzar la ley aumenta el poder al Gobierno.
Previamente comentó el tratamiento que se ha dado al tema de las jóvenes argentinas que fueron asesinadas en Montañita desde la cuenta de Twitter del ministro del Interior, José Serrano, hasta los medios de comunicación públicos y privados.
Con todo respeto, dijo, la violencia contra la mujer no se resuelve con darle a mujeres la posibilidad de editar un número de un periódico.
Por eso, dijo, es necesario que la violencia de todo tipo sea tratada adecuadamente en ambos lados, puesto que el femicidio y otras agresiones no deben ser manejados inadecuadamente desde el poder.
También considera que la forma en que se controla el cumplimiento de la Ley de Comunicación desde Secom, Cordicom o Supercom se enfoca desde una racionalidad jurídica que puede abrir el espacio a abusos de poder.
Nadie duda que deba existir una Ley de Comunicación, dijo, pues se trata de una necesidad social pero ha sido usada para perseguir opiniones. Es un error, considera Abad, porque se ha creído que este cuerpo legal está dedicado a los medios y en realidad debe estar enfocada a la comunicación en general.
Pérez coincidió con Abad en que algunas de sus apreciaciones sobre la institucionalidad que controla la aplicación de la Ley de Comunicación y dijo que personalmente no le gusta. Sin embargo reiteró que era necesario un control.