La imagen del canciller Ricardo Patiño derrotado en su intento de lograr una condena a Israel el lunes en Lima, en el inicio del 40 período ordinario de sesiones de la Asamblea General de la OEA, quizás retrata bien el rostro político-ideológico de la diplomacia ecuatoriana.
El otro, el rostro abierto y pragmático, fue el que se vio ayer en la rápida visita de Hillary Clinton a Quito. La Secretaria de Estado de Estados Unidos habló de seguridad, cooperación y desarrollo. Y se comprometió a un diálogo abierto en función del respeto mutuo.
Todos esos son argumentos plausibles cuando se trata de mejorar las relaciones con el principal socio comercial y con el cual hay una extensa agenda. También es plausible que la administración demócrata haya escogido a Quito para enviar su mensaje a la región. Desde posiciones distintas, se puede fortalecer la cooperación bilateral y regional, sin que ello signifique dejar de discrepar.
Se entiende que la mejoría del clima con Estados Unidos moleste a sectores radicales que siguen en la línea de la condena; pero lo que no sería dable es que pudiera haber un frente diplomático que siga creyendo que la política externa es el simple reflejo de la política interna. Esa nunca será una buena razón para que dos Estados se sienten a dialogar de intereses mutuos.