El arresto y posterior traslado desde Colombia de Fernando Balda despierta suspicacias, amén de preocupaciones sobre el respeto al debido proceso.
Resulta extraño que por una condena por injuria no calumniosa se arme un operativo que incluyó la utilización de un avión de la Fuerza Área Colombiana. Balda había sido sentenciado el 25 de febrero del 2010 y estaba sin sus papeles en regla en Colombia desde el 2009. ¿Por qué ahora el operativo?
No es un personaje cualquiera y su trayectoria es sinuosa. Estuvo en la ‘revolución ciudadana’ al inicio y duró poco en el Gobierno.
Después se convirtió en un dolor de cabeza. Fue acusado de haber filtrado una grabación en la que se escucha al presidente Correa supuestamente presionando para que se cambie la Constitución cuando ya había sido aprobada en Montecristi. Después hizo una sonora denuncia sobre un proceso de reaseguramiento en Seguros Sucre, lo que le valió la demanda por injuria del entonces gerente de esa aseguradora administrada por el Estado.
Luego vino su denuncia sobre la existencia de un centro de operaciones de redes sociales desde donde se acosa a los críticos del Gobierno y a los medios. Un día antes de su arresto hizo una denuncia en contra del padre de uno de los operadores del aparato propagandístico del Gobierno.
Balda siempre tuvo información incómoda para el poder. El operativo para traerlo de Colombia no parece como la simple aplicación de una sentencia. Sin duda su silencio es más valioso.