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Expresidentes y los DD.HH.

A juzgar por la molestia del canciller Ricardo Patiño, la presencia en Panamá de varios exmandatarios de la región y de España, a propósito de la Cumbre de las Américas, surtió el efecto esperado.

Los gobiernos del llamado socialismo del siglo XXI no esconden su incomodidad por la permanente preocupación que estas figuras, calificadas de neoliberales, muestran ante el deterioro democrático de Venezuela. Para 26 expresidentes y exjefes de Gobierno, no hay razón para que América Latina y sus instituciones callen ante lo que consideran los excesos del régimen de Nicolás Maduro: el uso de la fuerza en las manifestaciones, arresto de líderes políticos y la censura de las libertades económicas y de expresión.

Es legítimo que el Gobierno ecuatoriano tenga profundas diferencias ideológicas, por ejemplo, con el expresidente Osvaldo Hurtado. Y está muy bien que las haga públicas. Pero calificar de “vergonzosa” y como una “desfachatez” su presencia en ese foro que plantea la construcción de una “alternativa a la crisis venezolana” solo constata dos cosas. La primera: el poco espíritu pluralista del Gobierno ecuatoriano ante voces que disienten. Junto a la rúbrica de Hurtado están las de otros líderes como Felipe González (España) y del Nobel de la Paz, Óscar Arias (Costa Rica), cuya gestión trascendió fronteras, por lo que sus votos de solidaridad con la población venezolana merecen respeto.

En segundo lugar, la diplomacia ecuatoriana proyecta una preocupante necedad ante lo que sucede en Venezuela. Para el Canciller, no hay tal deterioro de las libertades en ese país y quienes así lo denuncian son parte de la peligrosa trampa imperialista que busca sembrar el caos.

Proteger al gobierno de Maduro, sin ninguna autocrítica, puede ser fatal para esa ‘izquierda’ que hoy gobierna la región (ya sin bonanza económica) y que siempre se ufanó por cuidar los derechos humanos. Esa pelea está hoy
en manos de la llamada ‘derecha’. Los ciudadanos tomarán nota de este cambio de roles.