Por las librerías del país han circulado decenas de publicaciones con contenidos tan o más polémicos que los que recoge la investigación ‘El Gran Hermano’.
Desde el retorno a la democracia, en 1979, no ha existido Gobierno que no haya sido objeto de algún libro que cuestione sus acciones u omisiones en el poder.
Incluso algunos han lanzado acusaciones a presidentes o funcionarios que bien pudieron dar pie a eventuales demandas.
Sin embargo, los aludidos no tomaron el camino del presidente Rafael Correa, de demandar a periodistas como a Juan Carlos Calderón y a Christian Zurita, autores del ‘Gran Hermano’.
Menos aún exigir USD 10 millones por concepto de indemnización, como lo planteó el presidente Correa ante los tribunales, en su demanda civil por daño moral. El caso está en manos de la jueza quinta de lo Civil de Pichincha, Mercedes Portilla.
Así lo sostiene Édgar Freire, que lleva más de 46 años en el oficio de librero. “Siempre han existido libros con contenido fuerte, pero este Gobierno ha roto los esquemas de autoritario y ha entablado un juicio contra el autor”.
‘Quiénes mataron a Roldós’ de Jaime Galarza, ‘El viernes negro’ de Blasco Peñaherrera y ‘Los jinetes de la narcocracia’ de Antonio Molina. Esos son los títulos de ejemplares que criticaron con dureza a las administraciones de Osvaldo Hurtado, León Febres Cordero y Rodrigo Borja.
En el plano internacional también han existido libros incómodos al poder. Varios casos se han dado en Colombia, donde la figura del ex presidente Álvaro Uribe Vélez ha sido blanco de serias acusaciones. Un ejemplo: en el libro ‘Amando a Pablo, odiando a Escobar’, donde una amante del desaparecido jefe del Cartel de Medellín afirmaba que él mantenía una amistad con el político colombiano. En este caso, Christian Torres, productor de Caracol Radio, señala que pese a esas afirmaciones, el libro no fue retirado de las estanterías ni su autora fue objeto de un juicio.
En Colombia, a raíz de la liberación de los secuestrados en poder de las FARC, varios de ellos decidieron contar sus memorias a través de libros que se vendieron como pan caliente. Dos de ellos son: ‘Fuera de Cautiverio, sobreviviendo 1967 días en la selva colombiana’, escrito por los tres estadounidenses cautivos, y ‘7 años secuestrado por las FARC’, de Luis Eladio Pérez. Ambos textos hacen revelaciones íntimas sobre Íngrid Betancourt y Clara Rojas que pudieron haber afectado su honra, causándoles daño moral. Pero la polémica, en estos casos se ha zanjado a través de más libros de los cautivos, donde se narran los hechos desde su visión.
Farith Simon, jurista especializado en DD.HH., advierte que son pocos los casos en los que publicaciones polémicas como estas hayan sido condenadas bajo la figura del daño moral por los órganos de Justicia de un país.
La razón: la libertad de expresión es un derecho individual y colectivo que tiene muchos menos límites que cualquier otro derecho, porque es la vía por la que circulan las ideas: piedra angular en la construcción de democracia.
A su juicio, más allá de pretender demostrar, en un proceso judicial, si los libros dañan la honra de un personaje público; la colectividad debe determinar si su contenido aporta o no al debate público para comprobar si este fue escrito sin la llamada ‘real malicia’. De lo contrario, señala Simon, el tipo de sanción (millonaria en el caso contra Calderón y Zurita) que busquen imponer las autoridades, terminará sembrando temor en autores de publicaciones futuras.
En Ecuador, este no ha sido el único caso. En el 2003, Febres Cordero demandó a Rodrigo Fierro por su columna. El caso fue repudiado por la opinión pública.
La muerte de Jaime Roldós en un libro publicado en el 82
El periodista cuencano Jaime Galarza Zavala publicó en 1982 la obra: ‘Quiénes mataron a Roldós’.
En las 232 páginas, el autor hace una disección de las circunstancias del accidente de aviación en el que murió Jaime Roldós, en mayo de 1981 y lanza la teoría de que el caso no fue un percance sino un atentado.
En sus conclusiones desliza que altos oficiales de la época fueron los responsables. Entre las pruebas que esgrime está que nunca apareció la caja negra. Galarza insinúa que el gobierno de Osvaldo Hurtado, supuestamente, encubrió lo que él tacha de crimen.
“Nunca pensamos en demandarlo (a Galarza): ¿Qué se consigue llevarlo a un tribunal cuando está escribiendo su punto de vista?”, dice 29 años después Alexandra Vela, ex colaboradora de Roldós y de Hurtado. A su juicio, los gobernantes están llamados a hacer un ejercicio de tolerancia, pues por su condición están expuestos a críticas. “Incluso en caso de opiniones equivocadas, la vía correcta para responder es desvirtuar los hechos y no establecer una demanda”, agrega.
El cruce de textos entre Peñaherrera y Febres Cordero
Terminado el mandato de León Febres Cordero, su vicepresidente, Blasco Peñaherrera, escribió el libro: ‘El viernes negro: antes y después de Taura’. La tensa relación que su autor mantuvo con el líder socialcristiano se ve reflejada en las 221 páginas.
Este libro es la respuesta de Peñaherrera a Febres Cordero, quien lo acusó de intentar usurpar su cargo durante el secuestro de Taura. En la obra, explica que su distanciamiento no se debía al supuesto interés de suplantarlo, sino por los excesos con los cuales ejerció el poder. “El ingeniero Febres Cordero había llegado a convencerse de que Ecuador era como cualquiera de las empresas (…)”, señaló.
Sus críticas tuvieron respuesta de Febres Cordero, no a través de una demanda, sino con otro libro: ‘Autopsia de una traición’. En él contestó la publicación de su acompañante en el poder, reiterando sus críticas.
23 años después, Peñaherrera está convencido de que la publicación de una crítica es absolutamente legítima. “Son los lectores los que deben analizar y juzgar los hechos”.
Una crítica al Gobierno de la ID y la alerta de Gutiérrez
Siete años después del mandato de Rodrigo Borja se publicó el libro: ‘Los jinetes de la narcocracia’ de Antonio Molina.
Es una severa crítica al Gobierno socialdemócrata. El libro denuncia un supuesto aporte ilícito a la campaña electoral de 1988, que llevó a Borja a Carondelet. Incluso menciona supuestos beneficios a ciertas instituciones financieras.
Cada vez que se ha citado el libro para tratar de afectar a la ID, su dirigencia se ha encargado de desmentirlo. En el 2005, el ex presidente Lucio Gutiérrez usó esta publicación como arma para contraatacar a Borja y a la ID. Incluso llegó a pedir a la Fiscalía General que investigara los presuntos aportes ilícitos que habría recibido la ID, sin que se haya determinado ninguna responsabilidad.
Después de 12 años, al preguntársele sobre este texto, Andrés Vallejo, ministro de Gobierno de Borja, confiesa que no sabe de qué libro se trata.
Es enfático en señalar que como buen lector nunca se detiene a hojear lo que él denomina como “pasquines”.
Uribe y el capo de Medellín en un libro de memorias
En septiembre del 2007, cuando Álvaro Uribe era presidente de Colombia, se publicó ‘Amando a Pablo, odiando a Escobar’, libro de la ex presentadora de televisión Virginia Vallejo y pareja del capo de la droga de los años 80.
La autora sostiene que Uribe fue amigo y hasta cómplice de las actividades delictivas de Escobar. Señala que el líder del Cartel de Medellín pudo tener pista propia y flota de aviones para transportar droga por su amistad con Uribe.
“Tiene al tipo clave en la Dirección de la Aeronáutica Civil, un muchacho joven hijo de uno de los primeros narcos (…) un tipo Uribes (sic) primo de los Ochoa (…) Álvaro Uribe, me parece”.
Uribe no interpuso ningún juicio contra la autora ni solicitó que se retirasen los ejemplares de las estanterías. “No fui amigo de Pablo Escobar ni cuando estaba de moda”, dijo.
Pero acusó a Gonzalo Guillén, corresponsal del Nuevo Herald de Miami en Colombia, de haber tramado la publicación del libro. El periodista dejó el país por amenazas de muerte de los paramilitares.