Los tiempos de Julián Assange son los tiempos del aparato publicista del Gobierno del Ecuador, no los de un trámite para acceder al asilo político.
Son esos tiempos los que han hecho que Assange haya tenido que estar recluido tanto tiempo en la oscura diminutez de una embajada en Londres, a la espera de un anuncio que inexplicablemente ha demorado tanto, especialmente con todo lo que se ha dicho a favor del asilo.
¿Por qué la demora?
Simple: mientras más tiempo se tenga a Assange en la Embajada más se puede decirle al mundo y al país que el Ecuador respeta la libertad de expresión y que no admite presión de las potencias neocolonialistas.
La reciente visita de la madre de Assange aparece como la guinda del pastel. Invitada por la Cancillería, la atribulada madre no ha dejado de aparecer en cuanto medio estatal ha sido posible. El argumento de que el anuncio sería hecho luego de las olimpiadas para respetar a Inglaterra suena a cuento porque la opinión del Gobierno sobre el caso Assange ya se conoce.
Lo que se espera es que las cámaras que ahora están ocupadas con el deporte, se enfoquen en Assange y Correa.
Assange deberá atenerse a las prioridades propagandísticas del Gobierno. Si llega a venir al Ecuador deberá renunciar a sus prácticas porque llegará a un país donde hay un Gobierno que se ha atribuido el derecho a acceder a las IP’s, o identidad informática, de un usuario sin pedido de un juez.
Estas cosas pasan cuando gobiernan publicistas.