Entrevista. Gil Barragá Romero. Jurista impulsor de la figura del daño moral
¿Cómo fue su infancia?
Mi familia fue de ferroviarios. Mi padre llegó a ser jefe de estación y eso determinó que nos trasladáramos de un sitio a otro.
¿Cómo era el Quito de los años treinta? ¿Lo añora?
Era una belleza, un Quito apacible, que hacía un honor al bautizo de ciudad franciscana, con muy pocos vehículos. Este momento es una situación, desde el punto de vista vehicular, insufrible para los habitantes de la ciudad.
¿Qué otras actividades tuvo aparte del estudio?
En esa época, aclaremos de una vez, fui un estudiante más pobre que el promedio de compañeros y buscaba maneras de invertir el tiempo, de distraerme.
¿Buscó un empleo muy joven para subsistir?
Sí. La solicitud de trabajo que puse públicamente fue aceptada en Guayaquil, una ciudad que yo ni siquiera conocía.
¿Así ingresó a la Universidad de Guayaquil?
Sí, lo hice en el año 1942. En Guayaquil en general me acogieron con un afecto sin igual. Con los compañeros universitarios nos divertíamos mucho.
¿Qué anécdotas tuvo en el campo laboral?
Tengo anécdotas impresionantes y he sido muy afecto a conservar documentos.
¿Cómo encaminó su formación jurídica profesional?
Pude haber sido destacado en el tema penal, pero yo diría que más destacado fui en el área civil y lo comercial porque tuve la oportunidad de elaborar un fichero de datos científicos que fueron la colección de sentencias de la Corte Suprema en orden alfabético desde hace 200 años.
¿Y en el aspecto político fue Presidente de la Cámara Nacional de Representantes?
Fue muy interesante la actuación parlamentaria. En el camino tuve la oportunidad de presentar proyectos interesantes, especialmente uno que trataba de eliminar la discriminación de las mujeres, otro el Libro sobre el Daño Moral que fue una iniciativa mía, aceptada por el Congreso sin ninguna modificación, sin ninguna reserva, que se aprobó primero como ley separada del Código Civil y luego se incorporó.
¿Qué representa en la actualidad el Derecho como doctrina en el país?
Es una situación calamitosa. El Derecho se ha convertido en un verdadero caos. Tantas han sido las innovaciones que han introducido que uno se desconcierta. Han inventado cosas, han alterado instituciones, jerarquías.
¿Hay estado de derecho en el Ecuador?
No, no existe absolutamente.
¿Y eso cómo repercute en una sociedad que necesita seguridad jurídica?
Fatalmente. No la hay en el Ecuador ni la puede haber ahí donde el Presidente de la República ha asumido los poderes del Estado, él es legislador, es Presidente, ejerce las funciones de Corte Suprema, de Corte Constitucional, todas y eso es una verdadera calamidad porque altera totalmente la estructura del derecho en el país. No recuerdo haber conocido, en los largos años que han motivado esta entrevista, una situación tan grave, tan confusa en materia jurídica como la que vivimos ahora. Todo está trastornado en este momento.
¿El poder no respeta las garantías en el Ecuador?
No hay duda alguna que el Presidente de la República ha sido el primer ciudadano al que se deben rupturas clarísimas de la Constitución. Por ejemplo, aquella en la que él intervino con tres personas que sustituyen al Consejo de la Judicatura y han hecho todo para rehacer la Función Judicial o deshacerla. Esto es una fatalidad. En este caso interviene de manera tan clara.
¿La supuesta injerencia en una sentencia como en el caso El Universo?
Esto es un delito común de los más calamitosos que yo he visto, es de los más vergonzosos, no se puede admitir que haya un juez que permita que otra persona elabore una sentencia que le corresponde a él (Caso Chucky Seven, nota de la redacción). Esta es una verdadera vergüenza nacional.
HOJA DE VIDA
Su experiencia. Jurista de larga trayectoria. Profesor universitario. Ex legislador, ex presidente de la Cámara Nacional de Representantes, ex ministro de Gobierno y Policía.