El último distanciamiento entre Colombia y Venezuela data de agosto del 2009. Fue cuando el presidente Hugo Chávez se indignó por el acuerdo que su vecino país suscribiera con EE.UU. para el uso de siete bases militares.
El nuevo presidente colombiano, Juan Manuel Santos, necesitó -el martes- de una reunión de cuatro horas en Santa Marta, para dar vuelta a la página con Chávez y relanzar la vecindad con ese país.
Durante 29 meses, el presidente Rafael Correa demandó de Colombia la entrega de los discos duros del jefe guerrillero Raúl Reyes, abatido en el bombardeo de Angostura. Santos cumplió este pedido dos horas después de su posesión. Si se entrega el resto de información, la restauración de las relaciones llegará en menos de seis meses.
Tras el cambio de Gobierno en Colombia, el dique que impedía fluir una buena vecindad quedó despejado. Parecería que ese obstáculo era el ex presidente Álvaro Uribe. Pero bautizar con su nombre y apellido al conflicto diplomático que distanció a estos tres países, es hacer una lectura incompleta. Más aún si no se pierde de vista que Uribe y Santos son de un mismo partido y fueron parte de un mismo gobierno.
Pero esta tregua diplomática tiene más aristas. El principal factor es el económico. Para Santos, el empleo es la prioridad: quiere crear 2,5 millones de trabajos y formalizar otros 500 000. Como lo sostiene su ministro de Hacienda (Finanzas), Juan Carlos Echeverri, esas metas no se cumplirán si los problemas políticos con los vecinos se traducen en problemas comerciales. 350 000 empleos se pusieron en riesgo ante la debacle comercial con Venezuela.
En un año, el intercambio binacional se redujo en un 70% . Es decir, de casi USD 6 000 millones, en el 2008, a USD 1 500 millones para este año. Por su lado, Venezuela debe USD 800 millones a empresarios colombianos, por la restricción de divisas reguladas por Caracas. Aunque la situación comercial con Ecuador no es tan dramática, las salvaguardias que impuso el país a los productos colombianos redujeron las ganancias para Colombia en USD 570 millones en el 2009.
Aunque Correa lo niega, los empresarios colombianos están seguros de que también fue una retaliación política. La Asociación Nacional de Comercio Exterior y la Federación Nacional de Comerciantes manifestaron a Santos su preocupación.
Así, los resultados políticos del encuentro entre Chávez y Santos tuvieron el impulso de dos países claves en la geopolítica colombo-venezolana. La secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, saludó el acercamiento de su país aliado con Caracas. Mientras que Fidel Castro, el ex dictador cubano, dijo que ni de lejos veía posible un ataque de Colombia a Venezuela, país con el cual la isla tiene el mayor flujo comercial.
El peso político es un factor clave
Del lado venezolano, la presión por restablecer relaciones con Colombia no solo tiene urgencias económicas. Chávez está a más de un mes de las elecciones parlamentarias en su país. Si pierde la mayoría de escaños, el Mandatario venezolano comenzará a sentir el fin de su largo gobierno, que está por cumplir 12 años. Hasta el momento, las encuestas en ese país le dan a la oposición al menos un empate con el Presidente.
Por eso, Francisco Rivero, en su columna del viernes en El Universal (Caracas), califica al silencio de Chávez como “cínico y estratégico” para no perder electores en los comicios ni tampoco seguir aislándose internacionalmente”. Mauricio Gándara, ex ministro y ex embajador ecuatoriano, cree que las acusaciones de Uribe contra Chávez abonaron el camino para que Santos hablara de un acercamiento, aunque ante la opinión pública eso se traduzca en un distanciamiento de Uribe con su delfín.
En ese ambiente de confusión regional, tres presidentes jugaron un papel clave para alcanzar la distensión. Uno de ellos es Rafael Correa. Según Gándara, sin desconocer los intereses que Correa tiene para restablecer relaciones con Colombia, asegura que el acercamiento Ecuador-Colombia fue un factor que motivó a Chávez a tomar una decisión similar. “Creo que la Cancillería ecuatoriana comienza a convencerse de que seguir la línea de confrontación internacional de Chávez, al final es desastroso”.
Los otros dos personajes son Néstor Kirchner, secretario de Unasur, y Lula da Silva, presidente del Brasil. Ambos aterrizaron primero en Venezuela para buscar formas de acercamiento con Chávez, antes de asistir el sábado anterior a la posesión de Santos en Bogotá. El ex Presidente argentino, es más, demostró que su gestión puede imprimirle un liderazgo particular a la Unasur en la resolución de conflictos.
Su ausencia en la cita de cancilleres en Quito, convocada hace tres semanas por el canciller Ricardo Patiño, significó el fracaso de Ecuador para acercar a Colombia y Venezuela.