El funcionario más hermético de Carondelet es el secretario de la Administración Pública, Vinicio Alvarado. La última vez que EL COMERCIO habló con él, fue el 1 de septiembre del 2008. Esta vez, con una sorpresiva llamada de la Secretaría de Comunicación, se concretó la entrevista.
Alvarado es el cerebro de la comunicación de Alianza País y uno de los más influyentes en el Gobierno. Accedió a hablar, aunque fuera solo por 20 minutos.
¿Usted participó en la respuesta política al libro ‘El Gran Hermano’, que cuenta sobre los contratos de Fabricio Correa con el Estado?Todos los temas tienen un nivel de incidencia. Si trascienden a un punto, yo participo junto con ministros y el Presidente. También sucede a diario que digo: “Ministro, estoy preocupado por esto”, “¿Cómo va tal cosa?” (…). También en temas como el de Erco y talleres para mejorar los ministerios.
¿Si el libro de Juan Carlos Calderón y Christian Zurita es tan malo, como dicen, por qué les duele tanto?
Ha hecho una linda pregunta y le voy a dar una buena respuesta. Parte de la política de este Gobierno ha sido no dejar cosas sin responder, a veces con el riesgo de dar importancia a temas menores o hacer que el perfil de ciertas personas se eleve. El Presidente planteó una posición dura, política, profesional y emocionalmente. Y no se puede permitir que se desvalorice (lo que dice el Presidente), por respetable que fuese el criterio del periodista. Cuando se plantea como una verdad absoluta, inequívoca, hay que responder con fuerza, así sea el tema pequeño.
Está por cumplirse el plazo para que los banqueros vendan sus acciones en medios. Pero, contradictoriamente, aún está pendiente que el Gobierno venda los medios incautados al Grupo Isaías.
Como Secretario Nacional de la Administración Pública tengo que estar pendiente de este tema pero, evidentemente, no puedo verlo con profundidad, por eso se creó un fideicomiso.
Pero el Gobierno aseguró que vendería esos medios en seis meses. Y nada…Los procesos no son fáciles. Para vender una empresa primero se debe tratar de preservar los patrimonios, que sigan funcionando, TC y Gamatv son buenos ejemplos. Luego está la valoración de oferta. En el camino hallamos entuertos administrativos, deudas cruzadas, compañías que no existían, cruce de cuentas. Pero ya hay anuncios de venta. Se vendieron Servientrega y el Hotel Ramada.
Sí, ¿pero los medios?
Está abierta la propuesta. Económica y operativamente están bien. TC generó utilidades importantes en estos años. Para la venta nos reunimos periódicamente para que esta se cumpla de forma clara y eficiente.
Otra paradoja: ustedes critican los contenidos de la prensa privada, pero en TC hay programas éticamente cuestionables como ‘Mi Recinto’. ¿Qué pasa con ellos?Son grandes retos. Tenemos la responsabilidad de preservar una empresa en funcionamiento, que responde a criterios comerciales. Hubo que hacer un punto de equilibrio para mantener la parte comercial e ir incidiendo poco a poco (en los contenidos). Por ejemplo, se han heredado programas como el de Polo Baquerizo y ‘Mi Recinto’. Estos programas tienen tiempo al aire, entonces hay que darles un proceso para ir modificándolos. Debemos cambiar no solo la oferta, sino la capacidad de que el público demande mejores temas.
Alguna vez Enrique Arosemena, directivo de la televisión gubernamental, dijo: “como hay un Jorge Ortiz en la televisión también existe un Carlos Ochoa”. Ortiz ya salió. ¿Y Ochoa?
No quiero hacer análisis comparativos en ese sentido. La respuesta de la salida de Jorge Ortiz debe darla Teleamazonas. Hay que dimensionar bien las cosas. No se puede negar que este Gobierno ha hecho una crítica abierta a la mala prensa.
¿ Mala prensa? ¿Cuál es la mala prensa y cuál la buena?
La prensa per se no es perversa. Es una herramienta hermosísima pero mal usada hace daño. El Gobierno ha demandado un uso ético de los medios (…).
¿Y los medios llamados “públicos”? Ellos se muestran parcializados con el Gobierno…
Habría que validarlo. Existe un prejuicio de que hablar del Estado es hablar del Gobierno. En la sociedad, la función y ejercicio de un Gobierno tiene una incidencia tremenda, no es un actor ajeno. Por eso les digo a los medios públicos, “atrévanse”. Tienen la obligación de informar lo que hace un ministro, pero también lo que hace la empresa privada.
Ah, ¿usted también está pendiente de eso?
Como principio, siempre.
¿Qué injerencia tiene?
La misma que puedo tener en una política de salud o de vivienda. También observo eso y puedo dar mi punto de vista (…).
¿Se refiere a que usted es el duro de la propaganda?
Es un acumulado desde la campaña. Conozco el lenguaje político de este Gobierno.
El gasto en publicidad es alto en el Régimen. ¿Se ha convertido en su único soporte?Hay que reflexionar dos o tres cosas sobre esto. No es mentira decir que hay un énfasis en el manejo de la comunicación. No es la campaña del ministerio x, y, z, es la campaña del Gobierno y en ese sentido creo que hemos logrado consolidar una unidad. Pero tampoco es menos cierto que, a veces, se puede publicitar algo que no sea bueno y no se van a lograr los efectos deseados. Podemos comunicar con la simpleza de un anuncio o podemos graficarlo de forma más emocionante.
¿La publicidad es el soporte de la imagen del Régimen?
No, los hechos son que realmente sostienen al Gobierno.
Ud. es el poder tras el poder…
Eso no es tan real. Alguna vez fui Secretario de la Administración Pública y de Comunicación. Hoy estamos divididos los dos ámbitos. La técnica de comunicación publicitaria sí la manejo, la conozco bastante bien, y todavía sigo siendo responsable de esa área.
¿Ya tiene listo el nuevo logo de Alianza País?
Sí. Es una estrella, con los mismos colores del logo anterior. Y las cinco puntas son los ejes de la revolución ciudadana.
¿Por qué no hay consenso alrededor de ese logo?
Hay opiniones. A algunos les parece espectacular, a otros les gusta, al Presidente no. Usted sabe que el Presidente nos da clases de política, pero en imagen yo no soy tan malo. A mí sí me gusta, veremos en qué termina…