Mientras recogía su computadora y sacaba la tarjeta de la base electrónica que registra la asistencia y abandonaba el Pleno, César Rodríguez, increpó: “es una vergüenza, la Asamblea está sometida… Con ustedes no hay cómo hacer acuerdos”. Sus ex compañeros de Alianza País le pidieron callarse. Dos, Raúl Abad y Gabriel Rivera, avanzaron hasta su curul, para gritarle “traidor”.
Eran las 22:35 del martes y a esa hora, ya no había nada que hacer. El veto del Ejecutivo a la reforma electoral, aprobada el 27 de diciembre con 63 votos de oficialistas y de sus aliados, se imponía aún sobre el criterio de los sectores más críticos de la bancada.
Así, además de aceptar el cambio en el método de asignación de escaños, todo indica que ya no habrá forma de evitar las nuevas restricciones a la prensa, dispuestas por el Gobierno, durante los 45 días, previos a las elecciones. Este aspecto del voto entraría por el ministerio de la ley, el 4 de febrero próximo.
Los rostros de algunos legisladores del oficialismo no eran de alegría por haber conseguido que la tesis de Rafael Correa prevaleciera. Virgilio Hernández, vestido de negro, vivía un duelo, tras haberse abstenido pese a que tenía argumentos para rechazar el texto.
Minutos antes de la votación se enfrentó a su compañero Juan Carlos Cassinelli. Ambos defendían diferentes posiciones sobre el veto: Hernández iba por negarlo y Cassinelli, por no contradecir al presidente Rafael Correa.
Otro oficialista, Mauro Andino, dejó la Asamblea admitiendo que para él ese martes fue lamentable. Paco Velasco hizo mutis por el foro. No tocó el tema de la prensa, pese a ser periodista, ex director de Radio La Luna y que levantó a los forajidos que derrocaron a Lucio Gutiérrez… En el debate, fue criticado por Rafael Dávila (A. Libertad), quien ironizó con su pasado político. Recibió un “entre bomberos no hay que pisarse las mangueras”, añadiendo una retahíla de nombres de oficialistas que fueron de la ‘partidocracia’.
En medio de la sesión, el emepedista Jorge Escala, pedía no perderse… Para él estaba clara la intención de Cordero: demorar el inicio de la votación, para que la oposición se cansara y abandonara el Pleno. Eso les serviría, pues para allanarse al cambio en el método de asignación de escaños, se requería mayoría simple de la sala. Mientras menos presentes estén, menos votos eran necesarios para aceptar la propuesta enviada desde Carondelet.
A las 20:30, la Secretaría invitó a los legisladores al primer piso, para servirse lasaña. El tiempo corría y varios opositores se marcharon. En las cuentas de este sector ya no estaban: Galo Lara (PSP), tampoco su compañera Mercedes Villacrés. Nadie sabía dónde estaba Tito Nilton Mendoza (Prian) ni Tomás Zevallos.
En los baños también se analizaba el tema. La socialista Silvia Salgado le preguntó a Vanessa Fajardo, ¿qué hacemos Vane? Finalmente, la primera votó en blanco y la segunda en contra de la propuesta de ratificar el texto de la Asamblea y negar el de Correa.
A las 21:00, mientras marcaba un número en su celular, Henry Cuji, decía que aún no decidía cómo votar. Este independiente, desde hace meses, ha estado junto a los llamados Tres Mosqueteros: Gerardo Morán, Ramón Vicente Cedeño y Galo Vaca.
A ellos y a Guillermina Cruz, se refirió Cynthia Viteri. Ella advirtió a Cruz que “no volvería a ser entrevistada, lo que echaría abajo su sueño de ser alcaldesa…”.
Betty Amores fue crítica de la actuación de los gobiernistas, por participar de “un concurso de quién es más leal a Correa”.
El tiempo corría y la oposición entraba en el juego del oficialismo, con intervenciones repetitivas. Al mediodía hubo una reunión, en ella Paco Moncayo (A. Libertad) les propuso buscar a juristas para presentar una demanda ante la Corte Constitucional, cuando el veto, relacionado con la restricción a la prensa, entre por el ministerio de la ley.
Y ayer, el PRE ya anunció que peleará la inconstitucionalidad y que acudirá a la Corte Interamericana por la censura a los medios. Eran escenarios previstos, la única reacción posible.
La excusa de Cordero
A las 23:00, tras la sesión, Fernando Cordero señaló a la prensa que había confusión en lo aprobado. Confesó que es diferente lo escrito en el veto y lo dicho por Correa, en su enlace. En él, el Presidente dio a entender que de aprobarse el veto tampoco podría continuar la cadena sabatina. A él como a María Paula Romo le parecía ambiguo y confuso el artículo sobre las restricciones a la prensa.
Pero sobre esta confusión, Cordero no se pronunció en cinco horas de debate. Así, coincidió la oposición, será imposible creerle para llegar a un acuerdo en la ley de medios o en la Ley de Aguas.
Diana Atamaint (Pachakutik) vio de lejos la intervención de Cordero. Y reflexionó: “es un triunfo amargo para ellos. Fue una imposición del Presidente de la República”. Mientras pedía a la Secretaría de la Asamblea los resultados oficiales de la votación, comentaba que buena parte de los asambleístas ganó por la cara de Correa. Pronosticaba que sin los medios no serían reelegidos.
Cerca de la medianoche, la mayoría de los 114 asambleístas (10 se ausentaron) había dejado el edificio. Solo la zona de la prensa estaba iluminada, con los periodistas escribiendo las segundas ediciones de sus diarios.
Era la imagen que Vicente Taiano (Prian) hubiera querido ver. Ante su pesimismo, la tarde del martes, decía querer “apagar las luces y cerrar la Asamblea”, un ente que a su juicio, es servil al Ejecutivo, y solo está para suponer que hay democracia en el país.
La polémica
Los 10 ausentes en la votación: Tomás Zevallos, Leandro Cadena, Betty Amores, Gabriela Pazmiño (PRE), Galo Lara y Mercedes Villacrés (PSP), Tito Nilton Mendoza (Prian), Salomón Fadul (PSC), Martha Eulalia Vargas, Karen Vélez (suplente de Fernando Vélez, aliado de Alianza País).
La confrontación entre Cassinelli y Hernández no es nueva, pertenecen a dos alas diferentes de A. País. Pero se acentuó en julio del 2011, cuando Cassinelli ganó por un voto, la elección interna para ser Vicepresidente del Legislativo.
Cassinelli, en la reunión de bloque de la noche del martes, habría criticado la labor de la ministra de la Política, Betty Tola. La acusó de no pasar el mensaje correcto del Ejecutivo.