Concentración: 2 pruebas más

La institucionalidad fundada en Montecristi ha producido en los últimos días dos pruebas más de la concentración del poder. La primera, es la detención del líder shuar José Acacho con un operativo de la fuerza pública que debiera estar destinado a los verdaderos “terroristas”, dentro del proceso que se sigue para descubrir las circunstancias en las cuales murió Bosco Wisuma, en 2009.

Incluso asambleístas gobiernistas como Pedro de la Cruz se han visto forzados a pronunciarse para precisar lo que es evidente: se trata de una decisión exagerada, que revela la intención de la justicia de tener protagonismo o congraciarse con el Ejecutivo.

El otro hecho se dio en el campo de la tan promocionada participación ciudadana: el Presidente de la República amenazó con enjuiciar a los responsables de la veeduría pedida por él mismo sobre los contratos de su hermano Fabricio. Y sí sorprende que el Presidente no haya tenido la paciencia de esperar la justificación de las aseveraciones de los veedores, sorprende más enterarse de que la Presidenta del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social les ordenó el 26 de enero que abandonaran una modesta oficina que les prestaba.

Si se da crédito a la denuncia de los veedores, ahí se quedaron 15 000 hojas que respaldan su investigación, la cual fue financiada con su propio dinero. ¿Otro acto para caer en gracia al Ejecutivo?

Si la consulta propuesta por el Gobierno caminara en el sentido de acabar con esta perniciosa dependencia, habría que apoyarla, pero va justamente en la vía contraria.

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